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Hechos 16:19-33

Hechos 16:19-33 RVC

Pero al ver sus amos que iban a perder sus ganancias, aprehendieron a Pablo y a Silas, y los presentaron ante las autoridades, en la plaza pública. Allí, ante los magistrados, dijeron: «Estos judíos andan alborotando a nuestra ciudad, y enseñan costumbres que nosotros, como romanos, no podemos aceptar ni practicar.» La gente se agolpó contra ellos; los magistrados les rasgaron las ropas, y ordenaron que se les azotara con varas. Después de darles muchos azotes, los arrojaron en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los mantuviera constantemente vigilados. Al recibir esta orden, el carcelero los metió en el último calabozo, y les sujetó los pies en el cepo. A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban. De pronto hubo un terremoto, tan violento que los cimientos de la cárcel se estremecieron. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. El carcelero despertó, y cuando vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y quiso matarse, pues pensaba que los presos habían huido. Pero con fuerte voz Pablo le dijo: «¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!» Entonces el carcelero pidió una luz y, temblando de miedo, corrió hacia dentro y se echó a los pies de Pablo y de Silas; luego los sacó y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?» Ellos le dijeron: «Cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia.» Y les hablaron de la palabra del Señor a él y a toda su familia. A esas horas de la noche el carcelero los tomó y les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados