En cuanto a los escudos de oro que llevaban los oficiales de Hadad Ezer, David se apropió de ellos y los trasladó a Jerusalén. Así mismo se apoderó de una gran cantidad de bronce que había en las ciudades de Tébaj y de Cun, poblaciones de Hadad Ezer. Ese fue el bronce que Salomón usó para hacer la fuente, las columnas y todos los utensilios de bronce.
Tou, rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado por completo al ejército de Hadad Ezer, rey de Sobá. Como Tou también era enemigo de Hadad Ezer, envió a su hijo Hadorán a desearle bienestar al rey David y a felicitarlo por haber derrotado a Hadad Ezer en batalla. Y Tou envió toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce, los cuales el rey David consagró al SEÑOR, tal como lo había hecho con la plata y el oro que había tomado de todas estas naciones: Edom, Moab, Amón, Filistea y Amalec.
Por su parte, Abisay, hijo de Sarvia, derrotó a los edomitas en el valle de la Sal, donde aniquiló a dieciocho mil edomitas. También puso guarniciones en Edom, de modo que los edomitas pasaron a ser vasallos tributarios de David. En todas sus campañas el SEÑOR le daba la victoria.
David reinó sobre todo Israel, gobernando al pueblo entero con justicia y rectitud.
Joab, hijo de Sarvia, era general del ejército;
Josafat, hijo de Ajilud, era el secretario;
Sadoc, hijo de Ajitob, y Ajimélec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes;
Savsa era el cronista.
Benaías, hijo de Joyadá, estaba al mando de los soldados quereteos y peleteos,
y los hijos de David ocupaban los principales puestos junto al rey.