Los perezosos toman la comida con la mano pero ni siquiera se la llevan a la boca. Los perezosos se creen más listos que siete consejeros sabios. Entrometerse en los pleitos ajenos es tan necio como jalarle las orejas a un perro. Tanto daña un loco que dispara un arma mortal como el que miente a un amigo y luego le dice: «Solo estaba bromeando». El fuego se apaga cuando falta madera, y las peleas se acaban cuando termina el chisme. El buscapleitos inicia disputas con tanta facilidad como las brasas calientes encienden el carbón o el fuego prende la madera. Los rumores son deliciosos bocaditos que penetran en lo profundo del corazón. Las palabras suaves pueden ocultar un corazón perverso, así como un barniz atractivo cubre una olla de barro. La gente podrá encubrir su odio con palabras agradables, pero te están engañando. Fingen ser amables, pero no les creas; tienen el corazón lleno de muchas maldades. Aunque su odio esté encubierto por engaños, sus fechorías serán expuestas en público. Si tiendes una trampa para otros, tú mismo caerás en ella. Si echas a rodar una roca sobre otros, no los aplastará a ellos sino a ti. La lengua mentirosa odia a sus víctimas, y las palabras aduladoras llevan a la ruina.
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