»En ese día, llamarán a sus hermanos Ammi —“mi pueblo”— y a sus hermanas llamarán Ruhama: “las que yo amo”.
»Pero ahora, presenten cargos contra su madre, Israel,
porque ya no es mi esposa,
ni yo soy su esposo.
Díganle que se quite del rostro el maquillaje de prostituta
y la ropa que muestra sus pechos.
De lo contrario, la desnudaré por completo,
como estaba el día en que nació.
Dejaré que muera de sed,
como en un desierto desolado y árido.
No amaré a sus hijos
porque fueron concebidos en la prostitución.
Su madre es una prostituta descarada
y quedó embarazada de una manera vergonzosa.
Dijo: “Iré tras otros amantes
y me venderé a cambio de comida y agua,
a cambio de ropa de lana y lino,
también a cambio de aceite de oliva y bebidas”.
»Por esta razón la cercaré con espinos.
Cerraré su paso con un muro
para que pierda su rumbo.
Cuando corra tras sus amantes,
no podrá alcanzarlos.
Los buscará,
pero no los encontrará.
Entonces pensará:
“Mejor me sería volver a mi esposo
porque con él estaba mejor que ahora”.
Ella no se da cuenta de que fui yo quien le dio todo lo que tiene:
grano, vino nuevo y aceite de oliva;
hasta le di plata y oro.
Pero ella le ofreció todos mis regalos a Baal.
»Sin embargo, ahora le quitaré el grano maduro y el vino nuevo
que generosamente le di en cada cosecha.
Le quitaré la ropa de lino y lana
que le di para cubrir su desnudez.
La desnudaré por completo en público,
a la vista de todos sus amantes.
Nadie podrá librarla
de mis manos.
Pondré fin a sus festivales anuales,
sus celebraciones de luna nueva y sus días de descanso:
todos sus festivales establecidos.
Destruiré sus vides y sus higueras,
las cuales, según ella, le dieron sus amantes.
Dejaré que crezcan hasta que se conviertan en espesos matorrales
de los que solo los animales salvajes comerán su fruto.
La castigaré por todas las ocasiones
en que quemaba incienso a las imágenes de Baal,
cuando se ponía aretes y joyas
y salía a buscar a sus amantes,
olvidándose de mí por completo»,
dice el SEÑOR.
SEÑOR
«Pero luego volveré a conquistarla.
La llevaré al desierto
y allí le hablaré tiernamente.
Le devolveré sus viñedos
y convertiré el valle de la Aflicción en una puerta de esperanza.
Allí se me entregará
como lo hizo hace mucho tiempo cuando era joven,
cuando la liberé de su esclavitud en Egipto.
Al llegar ese día —dice el SEÑOR—,
me llamarás “esposo mío”
en vez de “mi señor”.
Oh Israel, yo borraré los muchos nombres de Baal de tus labios
y nunca más los mencionarás.
En ese día haré un pacto
con todos los animales salvajes, las aves de los cielos
y los animales que corren sobre la tierra,
para que no te hagan daño.
Quitaré de la tierra todas las armas de guerra,
todas las espadas y todos los arcos,
para que puedas vivir sin temor,
en paz y seguridad.
Te haré mi esposa para siempre,
mostrándote rectitud y justicia,
amor inagotable y compasión.
Te seré fiel y te haré mía,
y por fin me conocerás como el SEÑOR.
»En ese día, yo responderé
—dice el SEÑOR—.
Le responderé al cielo cuando clame por nubes,
y el cielo contestará a la tierra con lluvia.
Entonces la tierra responderá a los clamores sedientos
del grano, de las vides y de los olivos.
Y ellos a su vez responderán:
“Jezreel”, que significa “¡Dios siembra!”.
En ese tiempo yo sembraré una cosecha de israelitas
y los haré crecer para mí.
Demostraré amor
a los que antes llamé “no amados”.
Y a los que llamé “no son mi pueblo”,
yo diré: “Ahora son mi pueblo”.
Y ellos responderán: “¡Tú eres nuestro Dios!”».