No te abandones, aún hay una oportunidadMuestra

EL ABANDONO

"¿Por qué me has abandonado?" Estas fueron las palabras de Jesús en la cruz. Me parece que son las palabras más trágicas de toda la Biblia. Jesús es el Hijo de Dios, y constantemente a lo largo de su vida explica la belleza y la intimidad de la relación que tiene con su Padre. Pero, sin embargo, en ese momento desesperado en la cruz, clama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46).

No pretendo entender lo que sucedió en esa transacción entre el Padre y el Hijo. Pero sabemos que el pecado del mundo fue puesto sobre Jesús. Y en ese momento se sintió abandonado por su Padre. Cuando el Padre abandonó al Hijo en ese momento, creó un camino para que tú y yo nunca seamos abandonados por Él.

Todo lo que Jesús vivió y sufrió en esa cruz lo hizo para que tú y yo no debamos pasar por allí. Subió para que tu no subas, y fue abandonado para tu jamás seas abandonado.

El apóstol Pablo escribiéndole a la iglesia que se hallaba en la ciudad de Corinto, les dice: 

2 Corintios 4:9

Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos. 

En la vida es posible que hayas sufrido el abandono de tu pareja, o tal vez el abandono de tus padres durante los días de tu infancia; quizás sentiste fuerte el golpe cuando un amigo te abandonó.

Estas heridas, hasta cierta medida, es lógico y humano que sangren de vez en cuando, porque las relaciones con nuestros pares son parte de la existencia, y al romperse es como que se destruye el canal por donde se nutre nuestra vida de relación y de seguridad personal. Por ello, una de las causas más comunes cuando no se superan viejas heridas de abandono es la erosión de la autoestima, que lleva al miedo de intentar nuevas relaciones.

Quiero que ahora pienses en una planta, sí, en una planta, e imagines una gran raíz central y profunda en la tierra, que la sostiene y alimenta, y luego imagines cientos de pequeñas raíces que son como hilos en derredor de todo el espacio que ocupa. Si esa raíz central es la que te provee la mayor parte de tu alimento y sustento, y esa raíz central esta afirmada en Dios, algunas raíces secundarias podrán sufrir cortes, pero nunca pondrán “esos cortes” en riesgo tu vida de relación con Dios.

A esto se refiere el apóstol Pablo cuando escribe: 

Colosenses 2:7

Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud.

Si Cristo es el Señor de tu vida, ese sentimiento de abandono que quizás estas sintiendo hoy no es verdadero, porque Dios nunca te abandonó, ni lo hará. Jesús en la cruz ya pago ese precio por ti. Solo necesitas comenzar cada día a fortalecer esa raíz central que te une, y que te sostiene en Dios, para que tu vida dependa de Su amor; así, entonces, como dice el apóstol Pablo, “rebosaras de gratitud”. Tendrás firme tu autoestima porque estarás seguro quién eres, de dónde vienes y hacia dónde vas, y reconstruirás con efectividad cualquier raíz secundaria que se haya quebrado, o lastimado en tus relaciones, e incluso las harás a ellas, a esas raíces secundarias, mucho más fuertes que antes.

Recuerda, no estas solo ni abandonado a tu destino. Dios vela por ti, sabe donde estas y tiene planes muy buenos para ti en el futuro.

Jeremías 29:11

Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.

Dios te bendiga,

Wendy Palau