ZACARÍAS 2:6-13
ZACARÍAS 2:6-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Eh, eh!, huid de la tierra del norte, dice el Señor, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice el Señor. ¡Eh, Sion, tú que moras con la hija de Babilonia, escápate! Porque así ha dicho el Señor de los ejércitos: «Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron, porque el que os toca, toca a la niña de mi ojo. Yo alzo mi mano sobre ellos, y serán saqueados por sus propios siervos». Así sabréis que el Señor de los ejércitos me ha enviado. Canta y alégrate, hija de Sion, porque yo vengo a habitar en medio de ti, ha dicho el Señor. Muchas naciones se unirán al Señor en aquel día, y me serán por pueblo, y habitaré en medio de ti, y entonces conocerás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor poseerá a Judá, su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. ¡Que calle todo el mundo delante del Señor, porque él se ha levantado de su santa morada!
ZACARÍAS 2:6-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Le pregunté: —¿Adónde te diriges? Me respondió: —A medir Jerusalén para saber cuál será su anchura y su longitud. Se marchaba ya el ángel que estaba hablando conmigo, cuando otro ángel le salió al encuentro y le dijo: —Anda y di a ese joven: «Jerusalén será una ciudad abierta, habitada por una multitud de personas y animales. Y yo seré para ella —oráculo del Señor— una muralla de fuego alrededor y un motivo de gloria en medio de ella». ¡Ea, vamos! Escapad del país del norte —oráculo del Señor—. Yo os dispersé —dice el Señor— por los cuatro puntos cardinales; pues bien, ¡arriba, Sion!, trata de ponerte a salvo, tú que habitas en Babilonia. Esto dice el Señor del universo —de quien soy su mensajero autorizado— acerca de las naciones que os despojaron: El que os toca a vosotros, toca a las niñas de mis ojos. Yo castigaré a esas naciones que serán botín de sus esclavos, y así reconoceréis que he sido enviado por el Señor del universo.
ZACARÍAS 2:6-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor afirma: “Yo hice que fuerais dispersados en todas direcciones. Pero ahora os digo: ¡Huid pronto del país del norte! ¡Escapad de Babilonia, donde vivís desterrados los que vivíais en Sión! Yo, el Señor, lo afirmo.” El Señor todopoderoso me ha enviado con este mensaje contra las naciones que os saquearon: “Cualquiera que toca a mi pueblo, toca a la niña de mis ojos. Por eso, yo mismo lucharé contra esas naciones y haré que sus propios esclavos las saqueen.” Así mostrará su gloria el Señor todopoderoso, y así comprenderéis que él fue quien me envió. El Señor afirma: “¡Cantad de alegría, habitantes de Jerusalén, porque yo vengo a vivir entre vosotros!” Cuando esto suceda, muchas naciones se unirán al Señor, y él dirá: “También estas naciones serán pueblo mío; y yo viviré entonces entre vosotros.” Así comprenderéis que el Señor todopoderoso me ha enviado. El Señor tomará nuevamente a Judá como su posesión especial en la tierra santa, y proclamará de nuevo a Jerusalén como su ciudad elegida. ¡Que todo el mundo guarde silencio ante el Señor, pues él viene a nosotros desde el santo lugar donde habita!
ZACARÍAS 2:6-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»¡Salid, salid! ¡Huid del país del norte! —afirma el SEÑOR—. »¡Fui yo quien os dispersó por los cuatro vientos del cielo! —afirma el SEÑOR—. »Sión, tú que habitas en Babilonia, ¡sal de allí; escápate!» Porque así dice el SEÑOR Todopoderoso, cuya gloria me envió contra las naciones que os saquearon: «La nación que toca a mi pueblo, toca la niña de mis ojos. Yo agitaré mi mano contra esa nación, y sus propios esclavos la saquearán. »Así sabréis que me ha enviado el SEÑOR Todopoderoso. »¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Yo vengo a habitar en medio de ti! —afirma el SEÑOR—. »En aquel día, muchas naciones se unirán al SEÑOR. Ellas serán mi pueblo, y yo habitaré entre ellas. »Así sabréis que el SEÑOR Todopoderoso es quien me ha enviado a vosotros. El SEÑOR tomará posesión de Judá, su porción en tierra santa, y de nuevo escogerá a Jerusalén. ¡Que todo el mundo guarde silencio ante el SEÑOR, que ya avanza desde su santa morada!»