ZACARÍAS 11:7-16
ZACARÍAS 11:7-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Apacenté, pues, las ovejas destinadas a la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Tomé para mí dos cayados: a uno le puse por nombre Gracia, y al otro, Ataduras. Apacenté las ovejas, y en un mes despedí a tres pastores, pues perdí la paciencia con ellos, y también ellos se cansaron de mí. Entonces dije: —¡No os apacentaré más! ¡La que prefiera morir, que muera; si alguna se pierde, que se pierda! ¡Las que queden, que se coman unas a otras! Tomé luego mi cayado Gracia y lo quebré, para romper el pacto que había concertado con todos los pueblos. El pacto quedó deshecho ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que me observaban que aquella era palabra del Señor. Yo les dije: —Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron mi salario: treinta piezas de plata. El Señor me dijo: —Echa al tesoro del templo ese buen precio en que me han valorado. Tomé entonces las treinta monedas de plata y las eché en el tesoro del templo del Señor. Quebré luego el otro cayado, Ataduras, como señal de que rompía la hermandad entre Judá e Israel. El Señor me dijo: —Toma ahora los aperos de un pastor insensato; porque yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará a las ovejas perdidas, ni buscará a la pequeña, ni curará a la que se rompa una pata, ni llevará a la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda y romperá sus pezuñas.
ZACARÍAS 11:7-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Me puse a apacentar las ovejas que los tratantes habían destinado al matadero. Así que tomé dos cayados: al uno lo llamé «Gracia» y al otro «Concordia». Seguí apacentando al rebaño y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no los pude aguantar y ellos se cansaron de mí. Entonces dije: —No os apacentaré más; la que haya de morir, que muera; la que haya de perecer, que perezca; y las que sobrevivan, que se devoren unas a otras. Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo quebré en señal de que rompía el pacto sellado con todos los pueblos. Quedó, pues, roto el pacto en aquel día y los tratantes de ovejas, que estaban observándome, reconocieron que era el Señor quien hablaba. Yo les propuse: —Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata. El Señor, por su parte, me dijo: —Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado. Tomé los treinta siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor. Quebré luego mi segundo cayado de nombre «Concordia», como señal de que rompía la hermandad entre Judá e Israel. Y el Señor me dijo: —Toma los aperos de un pastor irresponsable. Porque voy a suscitar en este país un pastor que no se preocupará de la oveja descarriada, ni buscará la extraviada, ni curará la que está herida, ni alimentará a la sana; al contrario, comerá la carne de las gordas y les arrancará hasta las pezuñas.
ZACARÍAS 11:7-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Apacenté, pues, las ovejas destinadas a la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Tomé para mí dos cayados: a uno le puse por nombre Gracia, y al otro, Ataduras. Apacenté las ovejas, y en un mes despedí a tres pastores, pues perdí la paciencia con ellos, y también ellos se cansaron de mí. Entonces dije: —¡No os apacentaré más! ¡La que prefiera morir, que muera; si alguna se pierde, que se pierda! ¡Las que queden, que se coman unas a otras! Tomé luego mi cayado Gracia y lo quebré, para romper el pacto que había concertado con todos los pueblos. El pacto quedó deshecho ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que me observaban que aquella era palabra del Señor. Yo les dije: —Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron mi salario: treinta piezas de plata. El Señor me dijo: —Echa al tesoro del templo ese buen precio en que me han valorado. Tomé entonces las treinta monedas de plata y las eché en el tesoro del templo del Señor. Quebré luego el otro cayado, Ataduras, como señal de que rompía la hermandad entre Judá e Israel. El Señor me dijo: —Toma ahora los aperos de un pastor insensato; porque yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará a las ovejas perdidas, ni buscará a la pequeña, ni curará a la que se rompa una pata, ni llevará a la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda y romperá sus pezuñas.
ZACARÍAS 11:7-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Me puse a apacentar las ovejas que los tratantes habían destinado al matadero. Así que tomé dos cayados: al uno lo llamé «Gracia» y al otro «Concordia». Seguí apacentando al rebaño y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no los pude aguantar y ellos se cansaron de mí. Entonces dije: —No os apacentaré más; la que haya de morir, que muera; la que haya de perecer, que perezca; y las que sobrevivan, que se devoren unas a otras. Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo quebré en señal de que rompía el pacto sellado con todos los pueblos. Quedó, pues, roto el pacto en aquel día y los tratantes de ovejas, que estaban observándome, reconocieron que era el Señor quien hablaba. Yo les propuse: —Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Entonces pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata. El Señor, por su parte, me dijo: —Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado. Tomé los treinta siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor. Quebré luego mi segundo cayado de nombre «Concordia», como señal de que rompía la hermandad entre Judá e Israel. Y el Señor me dijo: —Toma los aperos de un pastor irresponsable. Porque voy a suscitar en este país un pastor que no se preocupará de la oveja descarriada, ni buscará la extraviada, ni curará la que está herida, ni alimentará a la sana; al contrario, comerá la carne de las gordas y les arrancará hasta las pezuñas.
ZACARÍAS 11:7-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Entonces me puse a cuidar las ovejas destinadas al matadero. Lo hice por cuenta de los tratantes. Y me conseguí dos bastones: al uno lo llamé “Bienestar” y al otro “Unión”. Y en un solo mes despedí a tres pastores que habían agotado mi paciencia y que me odiaban. A las ovejas les dije: “¡No volveré a ser vuestro pastor! ¡Si alguna ha de morir, que muera! ¡Si a alguna la matan, que la maten! ¡Y las que queden, que se coman unas a otras!” Tomé entonces mi bastón llamado “Bienestar” y lo rompí en señal de que quedaba anulado el pacto que Dios había hecho con todas las naciones. Aquel día quedó anulado el pacto, y los tratantes de ovejas, que me estaban observando, comprendieron que era el Señor quien hablaba por medio de lo que yo hacía. Les dije entonces: “Si os parece bien, pagadme mi salario; y si no, dejadlo.” Y me pagaron treinta monedas de plata. El Señor me dijo: “Toma esas monedas, el espléndido precio que me han puesto, y échalas en el tesoro del templo.” Yo tomé las treinta monedas y las eché en el tesoro del templo. Rompí después el segundo bastón, el llamado “Unión”, y así quedó destruida la hermandad entre Judá e Israel. El Señor me dijo: “Ahora hazte pasar por un pastor irresponsable. Porque voy a poner sobre este país un pastor que no se preocupará por la oveja descarriada ni buscará a la perdida, que no curará a la herida ni dará de comer a la debilitada, sino que se comerá la carne de las más gordas y no dejará de ellas ni las pezuñas.
ZACARÍAS 11:7-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Así que me dediqué a cuidar las ovejas que los mercaderes habían destinado al matadero. Tomé dos varas de pastor: a una le puse por nombre Gracia, y a la otra, Unión, y me dediqué a cuidar del rebaño. En un solo mes me deshice de tres pastores. Pero me cansé de las ovejas, y ellas se cansaron de mí. Así que les dije: «Ya no voy a ser vuestro pastor. Las que se vayan a morir, que se mueran; las que vayan a perecer, que perezcan; y las que queden con vida, que se devoren unas a otras». Tomé entonces la vara a la que había llamado Gracia, y la quebré. De ese modo anulé el pacto que había hecho con todas las naciones. Ese mismo día quedó anulado, y los mercaderes de ovejas que me observaban supieron que se trataba de la palabra del SEÑOR. Les dije: «Si os parece bien, pagadme mi jornal; de lo contrario, quedaos con él». Y me pagaron solo treinta monedas de plata. ¡Valiente precio el que me pusieron! Entonces el SEÑOR me dijo: «Entrégaselas al fundidor». Así que tomé las treinta monedas de plata y se las di al fundidor del templo del SEÑOR. Quebré luego la segunda vara, a la que había llamado Unión, y anulé el vínculo fraternal entre Judá e Israel. El SEÑOR me dijo entonces: «Vístete ahora como uno de esos pastores insensatos, porque voy a poner sobre el país a un pastor que no se preocupará por las ovejas moribundas, ni buscará a las ovejas pequeñas, ni curará a las ovejas heridas ni dará de comer a las ovejas sanas, sino que devorará a las más gordas y les arrancará las pezuñas».