CANTARES 7:1-13
CANTARES 7:1-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Los contornos de tus caderas son como joyas, obra de excelente artífice. Tu ombligo, como una taza redonda donde no falta el buen vino. Tu vientre, como montón de trigo de lirios rodeado. Tus dos pechos, como gemelos de gacela. Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco. Tu cabeza erguida, como el Carmelo; como hilos de púrpura son tus cabellos: ¡un rey quedó cautivo entre tus trenzas! ¡Qué hermosa eres y qué dulce! ¡Qué delicioso es tu amor! Tu talle, como la palmera; tus pechos, como sus racimos. Yo dije: «Subiré a la palmera y asiré sus frutos». Deja que sean tus pechos como racimos de vid, y como de manzanas la fragancia de tu aliento. Tu paladar, como el buen vino, que entra al amado suavemente y corre por los labios de los ancianos. Yo soy de mi amado, y en mí se deleita. Ven, amado mío, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas. Vayamos de mañana a las viñas, a ver si brotan las vides, si ya están en cierne, si han florecido los granados. ¡Allí te daré mis amores! Las mandrágoras exhalan su aroma, y a nuestras puertas hay toda suerte de deliciosas frutas, frescas y secas, que para ti, amado mío, he guardado.
CANTARES 7:1-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Vuelve, vuelve, Sulamita; vuelve, vuelve, que te veamos. ¿Qué veis en la Sulamita cuando danza entre dos coros? ¡Qué hermosos tus pies en las sandalias, princesa! Las curvas de tus caderas son alhajas fabricadas por manos de artesanos. Tu ombligo es copa redonda donde no falta el licor. Tu vientre, montón de trigo rodeado de azucenas. Tus dos pechos son dos crías mellizas de gacela. Torre de marfil, tu cuello; pozos de Jesbón, tus ojos, junto a la puerta mayor; tu nariz, torre del Líbano, centinela de Damasco. Tu cabeza se levanta igual que el monte Carmelo, tu cabello es como púrpura que a un rey enreda en sus trenzas. ¡Qué hermosa y qué dulce eres, amor mío, qué delicia! Tu talle es una palmera y tus pechos, los racimos. Dije: «Subiré a la palmera y recogeré sus dátiles». Tus pechos serán racimos de uvas y tu aliento, aroma de manzanas. Tu paladar es como vino bueno que me baja suavemente, remojando los labios y los dientes. Yo pertenezco a mi amor que siente pasión por mí. Ven, amor mío, vayamos al campo y pasemos la noche en las aldeas. De madrugada iremos a las viñas a ver si están en cierne las vides, si despuntan los retoños, si florecen los granados. ¡Y allí te daré mi amor!
CANTARES 7:1-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¡Qué hermosos son tus pies en las sandalias, princesa! Las curvas de tus caderas son como adornos de oro fino hechos por manos expertas. Tu ombligo es una copa redonda donde no falta el buen vino; tu vientre es una pila de trigo rodeada de rosas. Tus pechos son dos gacelas, dos gacelas mellizas. Tu cuello es una torre de marfil; tus ojos son dos estanques de la ciudad de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz es como la torre del Líbano que mira hacia la ciudad de Damasco. Tu cabeza, sobre tu cuerpo, es como el monte Carmelo; hilos de púrpura son tus cabellos: ¡un rey está preso entre sus rizos! Amor mío, mujer encantadora, ¡qué bella, qué hermosa eres! Tu porte es el porte de una palmera; tus pechos son como racimos. Yo pienso subir a la palmera y adueñarme de sus racimos. Tus pechos serán entonces como racimos de uvas; tu aliento, perfume de manzanas; tu paladar, como el buen vino que resbala suavemente por los labios y los dientes. Yo soy de mi amado: los impulsos de su amor lo atraen a mí. ¡Anda, amado mío, vayamos al campo! Pasaremos la noche entre flores de alheña. Por la mañana iremos a las viñas, a ver si ya tienen brotes, si ya se abren sus botones, y si han florecido los granados. ¡Allí te daré mi amor! Las mandrágoras esparcen su aroma. A nuestra puerta hay fruta de todas clases: fruta seca y fruta recién cortada, que para ti, amado mío, aparté.
CANTARES 7:1-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Ah, princesa mía, cuán bellos son tus pies en las sandalias! Las curvas de tus caderas son como alhajas labradas por hábil artesano. Tu ombligo es una copa redonda, rebosante de buen vino. Tu vientre es un monte de trigo rodeado de azucenas. Tus pechos parecen dos cervatillos, dos crías mellizas de gacela. Tu cuello parece torre de marfil. Tus ojos son los manantiales de Hesbón, junto a la entrada de Bat Rabín. Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano, que mira hacia Damasco. Tu cabeza se yergue como la cumbre del Carmelo. Hilos de púrpura son tus cabellos; ¡con tus rizos has cautivado al rey! Cuán bella eres, amor mío, ¡cuán encantadora en tus delicias! Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos. Me dije: «Treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré». ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cual fragancia de manzanas, y como el buen vino tu boca! ¡Corra el vino hacia mi amado, y le resbale por labios y dientes! Yo soy de mi amado, y él me busca con pasión. Ven, amado mío; vayamos a los campos, pasemos la noche entre los azahares. Vayamos temprano a los viñedos, para ver si han retoñado las vides, si sus yemas se han abierto, y si ya florecen los granados. ¡Allí te brindaré mis caricias! Las mandrágoras esparcen su fragancia, y hay a nuestras puertas toda clase de exquisitos frutos, lo mismo nuevos que añejos, que he guardado para ti, amor mío.