CANTARES 3:1-5
CANTARES 3:1-5 Reina Valera 2020 (RV2020)
Por las noches busqué en mi lecho al amor de mi vida; lo busqué, mas no lo hallé. Pensé entonces: «Me levantaré, recorreré la ciudad, y por calles y plazas buscaré al amor de mi vida». Lo busqué, mas no lo hallé. Me hallaron los guardias que rondan la ciudad, y les pregunté: «¿Habéis visto al amor de mi vida?». Apenas me aparté de ellos un poco, hallé al amor de mi vida; lo agarré y no lo solté hasta llevarlo a casa de mi madre, a la habitación de quien me dio a luz. ¡Os ruego, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del campo, que no despertéis a mi amor! ¡Dejadla dormir mientras quiera!
CANTARES 3:1-5 La Palabra (versión española) (BLP)
En mi cama, por la noche, busqué al amor de mi vida, lo busqué y no lo encontré. Entonces me levanté y recorrí la ciudad; por las calles y las plazas busqué al amor de mi vida, lo busqué y no lo encontré. Me descubrieron los guardias que hacían ronda en la ciudad: «¿Habéis visto vosotros al amor de mi vida?». Y a poco de pasarlos hallé al amor de mi vida; lo agarré y no lo solté hasta meterlo en casa de mi madre, en la alcoba de la que me engendró. Juradme, muchachas de Jerusalén, por las gacelas y ciervas del campo, que no despertaréis ni turbaréis al amor hasta que él quiera.
CANTARES 3:1-5 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En mi cama, por las noches, busqué al amor de mi vida. Lo busqué y no lo encontré. Me levanté entonces y recorrí la ciudad buscando al amor de mi vida por las calles y las plazas. Lo busqué y no lo encontré. Pregunté a los guardias que hacen la ronda de la ciudad: “¿No habéis visto al amor de mi vida?” Apenas me había alejado de ellos, cuando encontré al amor de mi vida. Lo tomé de la mano, y sin soltarlo lo llevé a las habitaciones de mi madre. Prometedme, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, no interrumpir el sueño de mi amor. ¡Dejadla dormir hasta que quiera despertar!
CANTARES 3:1-5 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Por las noches, sobre mi lecho, busco al amor de mi vida; lo busco y no lo hallo. Me levanto, y voy por la ciudad, por sus calles y mercados, buscando al amor de mi vida. ¡Lo busco y no lo hallo! Me encuentran los centinelas mientras rondan la ciudad. Les pregunto: «¿Habéis visto al amor de mi vida?» Apenas los he dejado, cuando encuentro al amor de mi vida. Lo abrazo y, sin soltarlo, lo llevo a la casa de mi madre, a la alcoba donde ella me concibió. Yo os ruego, mujeres de Jerusalén, por las gacelas y cervatillas del bosque, que no desveléis ni molestéis a mi amada hasta que ella quiera despertar.