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RUT 1:3-18

RUT 1:3-18 La Palabra (versión española) (BLP)

Murió Elimélec, el marido de Noemí, y ella se quedó con sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut. Al cabo de unos diez años de estancia en Moab, murieron también sus dos hijos, Majlón y Quilión; y Noemí se quedó sola, sin su marido y sus hijos. Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo, proporcionándole pan, se dispuso a regresar con sus nueras desde las tierras de Moab. Partió con sus dos nueras del lugar donde vivía y emprendieron el camino de regreso al país de Judá. Entonces Noemí dijo a sus dos nueras: —Andad y volveos a vuestra casa materna. Que el Señor os trate con la misma bondad que vosotras habéis demostrado con los difuntos y conmigo y os permita encontrar una vida dichosa en la casa de un nuevo marido. Noemí las besó y ellas se echaron a llorar y le dijeron: —¡No! Volveremos contigo a tu pueblo. Pero Noemí insistió: —Volveos, hijas mías. ¿A qué vais a venir conmigo? Ya no tendré más hijos que puedan casarse con vosotras. Volveos, hijas mías, y marchaos, que soy demasiado vieja para casarme. Y aunque pensara que aún tengo esperanzas y me casara esta misma noche y tuviera hijos, ¿ibais a aguardar vosotras hasta que fueran mayores, renunciando por ellos a casaros de nuevo? No, hijas mías. Mi pena es mayor que la vuestra, pues la mano del Señor se ha excedido conmigo. Ellas se echaron de nuevo a llorar y Orfá se despidió de su suegra, pero Rut se quedó con Noemí. Entonces Noemí le dijo: —Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a su dios. Vuelve tú también con ella. Pero Rut le contestó: —No me pidas que te abandone y que me separe de ti, pues iré adonde vayas y viviré donde vivas, que tu pueblo es mi pueblo y tu Dios es mi Dios. Moriré donde mueras y allí seré enterrada. ¡Que Dios me castigue, si nos separa otra cosa que la muerte! Como vio que Rut estaba empeñada en acompañarla, Noemí dejó de insistirle

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RUT 1:3-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Estos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra, Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos. Noemí decidió regresar de la tierra de Moab con sus dos nueras, porque allí se enteró de que el SEÑOR había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle de alimento. Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que las llevaría hasta la tierra de Judá. Entonces Noemí les dijo a sus dos nueras: ―¡Mirad, volved cada una a la casa de vuestra madre! Que el SEÑOR os trate a vosotras con el mismo amor y lealtad que vosotras habéis mostrado con los que murieron y conmigo. Que el SEÑOR os conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto, exclamaron: ―¡No! Nosotras volveremos contigo a tu pueblo. ―¡Volved a vuestra casa, hijas mías! —insistió Noemí—. ¿Para qué os vais a venir conmigo? ¿Acaso voy a tener más hijos que pudieran casarse con vosotras? ¡Volved a vuestra casa, hijas mías! ¡Regresad! Yo soy demasiado vieja para volver a casarme. Aun si abrigara esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener hijos, ¿los esperaríais vosotras hasta que crecieran? ¿Y por ellos os quedaríais sin casaros? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la vuestra; ¡la mano del SEÑOR se ha levantado contra mí! Una vez más alzaron la voz, deshechas en llanto. Luego Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se aferró a ella. ―Mira —dijo Noemí—, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella. Pero Rut respondió: ―¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el SEÑOR con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte!» Al ver Noemí que Rut estaba tan decidida a acompañarla, no le insistió más.

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RUT 1:3-18 Reina Valera 2020 (RV2020)

Murió Elimelec, marido de Noemí, y se quedó sola con sus dos hijos, que se casaron con mujeres moabitas; una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años. Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, de modo que la mujer quedó así desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido. Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo y que el hambre había terminado, decidió abandonar Moab junto con sus nueras. Partió con sus dos nueras del lugar donde había estado y emprendieron el camino de regreso a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: —Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que el Señor os trate con la misma bondad que vosotras habéis demostrado con mis hijos ya difuntos y conmigo. Os conceda el Señor que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las despidió con un beso. Pero ellas, deshechas en llanto, exclamaron: —¡De ninguna manera! Nosotras iremos contigo a tu pueblo. Noemí insistió: —Regresad, hijas mías; ¿a qué vais a venir conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos? Regresad, hijas mías, marchaos, porque ya soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque dijera: «Todavía tengo esperanzas», y esta misma noche estuviera con algún marido, y aun diera a luz hijos, ¿les esperaríais vosotras hasta que fueran mayores, renunciando por ellos a casaros de nuevo? No, hijas mías; mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí. Pero ellas seguían deshechas en llanto. Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella. Noemí dijo: —Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella. Rut respondió: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si nos separa otra cosa que la muerte. Al ver Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no insistió.

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RUT 1:3-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Pero sucedió que murió Elimélec, el marido de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Más tarde, ellos se casaron con dos mujeres moabitas; la una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero al cabo de unos diez años murieron también Mahlón y Quilión, y Noemí se encontró desamparada, sin hijos y sin marido. Un día Noemí oyó decir en Moab que el Señor se había compadecido de su pueblo y que había puesto fin a la época de hambre. Entonces decidió volver a Judá y, acompañada de sus nueras, salió del lugar donde vivían; pero en el camino les dijo: –Andad, volveos a vuestra casa, cada una con su madre. Que el Señor os trate siempre con bondad, como también vosotras nos tratasteis a mí y a mis hijos, y que os permita casaros otra vez y formar un hogar feliz. Luego Noemí les dio un beso de despedida, pero ellas se echaron a llorar y le dijeron: –¡No! ¡Nosotras volveremos contigo a tu país! Noemí insistió: –Marchaos, hijas mías, ¿para qué queréis seguir conmigo? Yo ya no voy a tener más hijos que puedan casarse con vosotras. Andad, volved a vuestra casa. Yo soy muy vieja para volverme a casar; y aunque tuviera aún esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener más hijos, ¿ibais a esperar hasta que fueran mayores, para casaros con ellos? ¿Os quedaríais sin casar por esperarlos? No, hijas mías, de ninguna manera. El Señor me ha enviado amargos sufrimientos, pero más amarga sería mi pena si os viera sufrir a vosotras. Ellas se echaron a llorar nuevamente. Al fin, Orfá se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella. Entonces Noemí le dijo: –Mira, tu concuñada se vuelve a su país y a sus dioses. Vete con ella. Pero Rut le contestó: –¡No me pidas que te deje y me separe de ti! Iré a donde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí quiero ser enterrada. ¡Que el Señor me castigue con toda dureza si me separo de ti, a menos que sea por la muerte! Al ver Noemí que Rut estaba decidida a acompañarla, no insistió más

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