ROMANOS 8:16-21
ROMANOS 8:16-21 La Palabra (versión española) (BLP)
Y ese mismo Espíritu es el que, uniéndose al nuestro, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que ahora compartimos sus sufrimientos para compartir también su gloria. Considero, por lo demás, que los sufrimientos presentes no tienen comparación con la gloria que un día se nos descubrirá. La creación, en efecto, espera con impaciencia que se nos descubra lo que serán los hijos de Dios. Sometida a la caducidad, no voluntariamente, sino porque Dios así lo dispuso, abriga la esperanza de compartir, libre de la servidumbre de la corrupción, la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
ROMANOS 8:16-21 Reina Valera 2020 (RV2020)
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; ciertamente herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues estoy convencido de que lo que padecemos en este tiempo no es comparable con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros. Porque la creación espera con impaciencia la manifestación de los hijos de Dios. La creación fue sometida al fracaso, no por su propia voluntad, sino porque alguien la sometió, pero con la esperanza de que también la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
ROMANOS 8:16-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Este Espíritu es el mismo que se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y por ser sus hijos tendremos también parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, si en verdad sufrimos con él para después estar con él en su gloria. Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después. La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste que somos hijos de Dios. Porque la creación perdió toda su razón de ser, no por propia voluntad, sino por aquel que así lo dispuso; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
ROMANOS 8:16-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para alcanzar así la gloriosa libertad de los hijos de Dios.