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ROMANOS 6:3-14

ROMANOS 6:3-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¿Acaso no sabéis que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él. Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios. De la misma manera, también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por lo tanto, no permitáis que el pecado reine en vuestro cuerpo mortal, ni obedezcáis a vuestros malos deseos. No ofrezcáis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofreceos más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de vuestro cuerpo como instrumentos de justicia. Así el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, porque ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

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ROMANOS 6:3-14 Reina Valera 2020 (RV2020)

¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Porque por el bautismo somos sepultados juntamente con él en su muerte, para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos sido plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección. Sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, y que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto ha sido liberado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, como ha resucitado de los muertos, ya no volverá a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Cuando murió, al pecado murió una vez y para siempre; pero ahora que vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Por lo tanto, que el pecado no reine en vuestro cuerpo mortal, para obedecerlo en sus malos deseos. Tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y presentad vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado ya no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

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ROMANOS 6:3-14 La Palabra (versión española) (BLP)

¿No sabéis que, al ser vinculados a Cristo por el bautismo, fuimos vinculados también a su muerte? Por el bautismo, en efecto, fuimos sepultados con Cristo, a fin de participar en su muerte. Por tanto, si Cristo venció a la muerte resucitando por el glorioso poder del Padre, es preciso que también nosotros emprendamos una vida nueva. Si hemos sido injertados en Cristo compartiendo una muerte como la suya, compartiremos, también su resurrección. Tened en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada junto con Cristo en la cruz, para que así quedara destruido este cuerpo sometido al pecado y nosotros quedáramos liberados de su servidumbre. Pues cuando una persona muere, queda libre del dominio del pecado. Si, pues, hemos muerto con Cristo, debemos confiar en que también viviremos con él; sabemos, en efecto, que Cristo, al haber resucitado de entre los muertos es ya inmortal; la muerte ha perdido su dominio sobre él. En cuanto a la razón de su muerte, murió para liberarnos definitivamente del pecado; en lo que se refiere a su vivir, vive para Dios. Igualmente vosotros, considerad que habéis muerto al pecado y vivís para Dios en unión con Cristo Jesús. Que no siga dominándoos el pecado; aunque vuestro cuerpo sea mortal, no os sometáis a sus apetencias, ni os convirtáis en instrumentos del mal al servicio del pecado. Presentaos, más bien, ante Dios como lo que sois: muertos retornados a la vida, y haced de vuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios. No os dejéis dominar por el pecado, ya que no estáis bajo el yugo de la ley, sino bajo la acción de la gracia.

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ROMANOS 6:3-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

¿No sabéis que, al quedar unidos a Cristo Jesús por el bautismo, quedamos unidos a su muerte? Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre. Si hemos sido unidos a Cristo en una muerte como la suya, también seremos unidos a él en su resurrección. Sabemos que aquello que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedase destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. En efecto, cuando uno muere queda libre de pecado. Si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él. Pues Cristo, al morir, murió de una vez por siempre respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios. Así también, vosotros consideraos muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús. Por lo tanto, no dejéis que el pecado siga dominando en vuestro cuerpo mortal y que os siga obligando a obedecer los deseos del cuerpo. No entreguéis vuestro cuerpo al pecado como instrumento para hacer el mal. Al contrario, entregaos a Dios como personas que han muerto y han vuelto a vivir, y entregadle vuestro cuerpo como instrumento para hacer el bien. Así el pecado no tendrá poder sobre vosotros, pues ya no estáis sometidos a la ley sino a la bondad de Dios.

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