ROMANOS 15:14-21
ROMANOS 15:14-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hermanos míos, estoy convencido de que estáis llenos de bondad y de todo conocimiento, y que sabéis aconsejaros unos a otros. Sin embargo, en esta carta me he atrevido a escribiros francamente acerca de algunas cosas, para que no las olvidéis. Lo hago por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, de servir a Cristo Jesús para bien de los que no son judíos. El servicio sacerdotal que presto consiste en anunciar el evangelio de Dios, con el fin de presentar ante él a los no judíos, como ofrenda que le sea grata, consagrada por el Espíritu Santo. Como creyente en Cristo Jesús tengo motivos para gloriarme de mi servicio a Dios. Y no me atrevo a hablar de nada, aparte de lo que Cristo mismo ha hecho por medio de mí para llevar a los no judíos a obedecer a Dios. Esto se ha realizado con palabras y hechos, por el poder de señales y milagros y por el poder del Espíritu de Dios. De esta manera he llevado a buen término el anuncio del evangelio de Cristo, desde Jerusalén y por todas partes hasta la región de Iliria. Pero he procurado anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros, sino para que sea lo que dice la Escritura: “Verán los que nunca habían tenido noticias de él; entenderán los que nunca habían oído de él.”
ROMANOS 15:14-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Por mi parte, hermanos míos, estoy seguro de que vosotros mismos rebosáis de bondad, abundáis en conocimiento y estáis capacitados para instruiros unos a otros. Sin embargo, os he escrito con mucha franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescaros la memoria. Me he atrevido a hacerlo por causa de la gracia que Dios me dio para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo. Por tanto, mi servicio a Dios es para mí motivo de orgullo en Cristo Jesús. No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y obras, mediante poderosas señales y milagros, por el poder del Espíritu de Dios. Así que, habiendo comenzado en Jerusalén, he completado la proclamación del evangelio de Cristo por todas partes, hasta la región de Iliria. En efecto, mi propósito ha sido predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno. Más bien, como está escrito: «Los que nunca habían recibido noticia de él lo verán; y entenderán los que no habían oído hablar de él».
ROMANOS 15:14-21 Reina Valera 2020 (RV2020)
En cuanto a vosotros, estoy seguro, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros. Pero os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, tratando de refrescar vuestra memoria. Lo hago amparado por la gracia que Dios me ha dado de ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ejerciendo la función sagrada de anunciar el evangelio de Dios, para que los gentiles sean una ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Así que tengo motivos para estar orgulloso en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no me atrevería a hablar de nada que Cristo no haya hecho por medio de mí, para conducir a los gentiles a la obediencia. Y lo he hecho de palabra y de obra, mediante poderosas señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de tal manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de este modo prediqué este evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito
ROMANOS 15:14-21 La Palabra (versión española) (BLP)
Por lo demás, hermanos míos, estoy convencido de que rebosáis bondad y estáis repletos de ese conocimiento gracias al cual podéis aconsejaros unos a otros. Me he atrevido, sin embargo, a escribiros con cierta audacia, tratando de refrescar vuestra memoria. Lo hago amparado en el privilegio que Dios me ha concedido, de ser ministro de Cristo Jesús entre las naciones, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar el evangelio de Dios, a fin de que los paganos se presenten como ofrenda agradable a Dios, consagrada por el Espíritu Santo. Tengo, pues, motivos para enorgullecerme como cristiano en lo que atañe al servicio de Dios. Y eso hablando únicamente —a más no me atrevo— de lo que Cristo ha llevado a cabo sirviéndose de mí para hacer que los paganos respondan a la fe. Se ha valido para ello de palabras y acciones, de señales y prodigios, y del poder del Espíritu. De este modo, desde Jerusalén y viajando en todas direcciones hasta llegar a Iliria, he proclamado a fondo el evangelio de Cristo. Eso sí, hice siempre cuestión de amor propio proclamar ese mensaje allí donde Cristo era aún desconocido; nunca quise edificar sobre cimiento ajeno, para que se cumpla la Escritura