ROMANOS 15:1-21
ROMANOS 15:1-21 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así que, los que somos fuertes en la fe debemos soportar las flaquezas de los débiles en lugar de hacer lo que a nosotros nos agrada. Cada uno de nosotros debe procurar agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo. Porque tampoco Cristo se agradó a sí mismo; sino que, como está escrito: Los insultos de los que te insultaban cayeron sobre mí . Todas las cosas que se escribieron en el pasado se escribieron para nuestra enseñanza, con el fin de que tengamos esperanza, por medio de la paciencia y el consuelo de las Escrituras. Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda que entre vosotros estéis de acuerdo según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó, para gloria de Dios. Pues os digo que Cristo Jesús fue siervo de los judíos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles y cantaré a tu nombre . Y otra vez dice: Naciones, alegraos con su pueblo . Y otra vez: Alabad al Señor todas las naciones y exaltadlo todos pueblos . Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí y el que se levantará para gobernar a las naciones, las naciones esperarán en él . Que el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo. En cuanto a vosotros, estoy seguro, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros. Pero os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, tratando de refrescar vuestra memoria. Lo hago amparado por la gracia que Dios me ha dado de ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ejerciendo la función sagrada de anunciar el evangelio de Dios, para que los gentiles sean una ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Así que tengo motivos para estar orgulloso en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no me atrevería a hablar de nada que Cristo no haya hecho por medio de mí, para conducir a los gentiles a la obediencia. Y lo he hecho de palabra y de obra, mediante poderosas señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de tal manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de este modo prediqué este evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito
ROMANOS 15:1-21 La Palabra (versión española) (BLP)
Nosotros, los que tenemos una fe bien formada, debemos prescindir de nuestro propio gusto y cargar con las debilidades de quienes no la tienen todavía. Que cada uno de nosotros procure agradar a los demás, buscando su bien y su crecimiento en la fe. Porque tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: los insultos de quienes te insultan han caído sobre mí. Y lo que dice la Escritura se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que, uniendo nuestra constancia al consuelo que proporcionan las Escrituras, mantengamos la esperanza. Ojalá que Dios, la fuente de la constancia y del consuelo, os conceda vivir en mutua armonía, según el ejemplo de Cristo para que todos juntos y a una sola voz alabéis a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Acogeos, pues, unos a otros, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Porque os digo que Cristo se hizo servidor de los judíos para mostrar que Dios es fiel al confirmar las promesas hechas a los antepasados, y al hacer que las naciones glorifiquen a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: Por eso te alabaré en medio de las naciones y cantaré himnos en tu honor. Y dice también: Alegraos, naciones, juntamente con el pueblo de Dios. Y de nuevo: Alabad al Señor todas las naciones, que todos los pueblos celebren su grandeza. Y añade Isaías: Surgirá un descendiente de la familia de Jesé ; se alzara para gobernar a los pueblos y en él pondrán las naciones su esperanza. Que el Dios de la esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe para que desbordéis de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu. Por lo demás, hermanos míos, estoy convencido de que rebosáis bondad y estáis repletos de ese conocimiento gracias al cual podéis aconsejaros unos a otros. Me he atrevido, sin embargo, a escribiros con cierta audacia, tratando de refrescar vuestra memoria. Lo hago amparado en el privilegio que Dios me ha concedido, de ser ministro de Cristo Jesús entre las naciones, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar el evangelio de Dios, a fin de que los paganos se presenten como ofrenda agradable a Dios, consagrada por el Espíritu Santo. Tengo, pues, motivos para enorgullecerme como cristiano en lo que atañe al servicio de Dios. Y eso hablando únicamente —a más no me atrevo— de lo que Cristo ha llevado a cabo sirviéndose de mí para hacer que los paganos respondan a la fe. Se ha valido para ello de palabras y acciones, de señales y prodigios, y del poder del Espíritu. De este modo, desde Jerusalén y viajando en todas direcciones hasta llegar a Iliria, he proclamado a fondo el evangelio de Cristo. Eso sí, hice siempre cuestión de amor propio proclamar ese mensaje allí donde Cristo era aún desconocido; nunca quise edificar sobre cimiento ajeno, para que se cumpla la Escritura
ROMANOS 15:1-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Los que somos fuertes en la fe debemos aceptar como nuestras las debilidades de los que son menos fuertes, en vez de buscar lo que a nosotros mismos nos agrada. Todos debemos agradar a nuestro prójimo, y hacer las cosas para su bien y para que pueda crecer en la fe. Porque tampoco Cristo buscó agradarse a sí mismo; al contrario, en él se cumplió lo que dice la Escritura: “Las ofensas de los que te insultaban cayeron sobre mí.” Todo lo que dicen las Escrituras fue escrito para nuestra instrucción, para que con constancia y con el consuelo que de ellas recibimos mantengamos la esperanza. Y Dios, que es quien da constancia y consuelo, os ayude a vivir en armonía unos con otros, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que todos juntos, a una sola voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Así pues, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo os aceptó a vosotros para gloria de Dios. Puedo deciros que Cristo vino a servir a los judíos para cumplir las promesas hechas a nuestros antepasados y demostrar así que Dios es fiel a sus promesas. Vino también para que los no judíos alaben a Dios por su misericordia, según dice la Escritura: “Por eso te alabaré entre las naciones y cantaré himnos a tu nombre.” En otra parte, la Escritura dice: “¡Alegraos, naciones, con el pueblo de Dios!” Y dice en otro lugar: “Naciones y pueblos todos, ¡alabad al Señor!” Isaías escribió también: “Brotará la raíz de Jesé, que se levantará para gobernar a las naciones, las cuales pondrán en él su esperanza.” Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo. Hermanos míos, estoy convencido de que estáis llenos de bondad y de todo conocimiento, y que sabéis aconsejaros unos a otros. Sin embargo, en esta carta me he atrevido a escribiros francamente acerca de algunas cosas, para que no las olvidéis. Lo hago por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, de servir a Cristo Jesús para bien de los que no son judíos. El servicio sacerdotal que presto consiste en anunciar el evangelio de Dios, con el fin de presentar ante él a los no judíos, como ofrenda que le sea grata, consagrada por el Espíritu Santo. Como creyente en Cristo Jesús tengo motivos para gloriarme de mi servicio a Dios. Y no me atrevo a hablar de nada, aparte de lo que Cristo mismo ha hecho por medio de mí para llevar a los no judíos a obedecer a Dios. Esto se ha realizado con palabras y hechos, por el poder de señales y milagros y por el poder del Espíritu de Dios. De esta manera he llevado a buen término el anuncio del evangelio de Cristo, desde Jerusalén y por todas partes hasta la región de Iliria. Pero he procurado anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros, sino para que sea lo que dice la Escritura: “Verán los que nunca habían tenido noticias de él; entenderán los que nunca habían oído de él.”
ROMANOS 15:1-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo. Porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo, sino que, como está escrito: «Sobre mí han recaído los insultos de tus detractores». De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza. Que el Dios que infunde aliento y perseverancia os conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, aceptaos mutuamente, así como Cristo os aceptó a vosotros para gloria de Dios. Os digo que Cristo se hizo servidor de los judíos para demostrar la fidelidad de Dios, a fin de confirmar las promesas hechas a los patriarcas, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito: «Por eso te alabaré entre las naciones; cantaré salmos a tu nombre». En otro pasaje dice: «Alegraos, naciones, con el pueblo de Dios». Y en otra parte: «¡Alabad al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cantadle alabanzas!» A su vez, Isaías afirma: «Brotará la raíz de Isaí, el que se levantará para gobernar a las naciones; en él los pueblos pondrán su esperanza». Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Por mi parte, hermanos míos, estoy seguro de que vosotros mismos rebosáis de bondad, abundáis en conocimiento y estáis capacitados para instruiros unos a otros. Sin embargo, os he escrito con mucha franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescaros la memoria. Me he atrevido a hacerlo por causa de la gracia que Dios me dio para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles. Yo tengo el deber sacerdotal de proclamar el evangelio de Dios, a fin de que los gentiles lleguen a ser una ofrenda aceptable a Dios, santificada por el Espíritu Santo. Por tanto, mi servicio a Dios es para mí motivo de orgullo en Cristo Jesús. No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con palabras y obras, mediante poderosas señales y milagros, por el poder del Espíritu de Dios. Así que, habiendo comenzado en Jerusalén, he completado la proclamación del evangelio de Cristo por todas partes, hasta la región de Iliria. En efecto, mi propósito ha sido predicar el evangelio donde Cristo no sea conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno. Más bien, como está escrito: «Los que nunca habían recibido noticia de él lo verán; y entenderán los que no habían oído hablar de él».