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APOCALIPSIS 9:12-21

APOCALIPSIS 9:12-21 Reina Valera 2020 (RV2020)

El primer ay pasó; pero aún vienen dos ayes más después de estas cosas. El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de los ojos de Dios. Esa voz decía al sexto ángel que tenía la trompeta: —¡Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates! Entonces fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, el día, el mes y el año en que debían matar a la tercera parte de la humanidad. Y oí que el número de este ejército de caballería era de doscientos millones. Esta es la visión que tuve de los caballos y sus jinetes: Sus corazas eran de fuego, zafiro y azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego, humo y azufre. La tercera parte de la humanidad murió a causa de estas tres plagas: el fuego, el humo y el azufre que salían de la boca de los caballos. El poder de los caballos estaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que causaban daño. El resto de la humanidad que no murió por estas plagas, no se arrepintió de sus malas obras ni dejaron de adorar a los demonios y a las imágenes de oro, plata, bronce, piedra y madera, las cuales no pueden ver ni oír ni andar. Tampoco se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su inmoralidad sexual, ni de sus robos.

APOCALIPSIS 9:12-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Pasó el primer desastre, pero todavía faltan dos. El sexto ángel tocó su trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios. La voz dijo al sexto ángel, que tenía la trompeta: “Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.” Entonces fueron soltados los cuatro ángeles para que matasen a la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esa hora, día, mes y año. Y alcancé a oir el número de los soldados de a caballo: eran doscientos millones. Así vi los caballos en la visión, y quienes los montaban se cubrían el pecho con una armadura que parecía de fuego: azul como el jacinto y amarilla como el azufre. Las cabezas de los caballos eran como de león, y de su boca les brotaba fuego, humo y azufre. La tercera parte de la gente fue muerta por estas tres calamidades que brotaban de la boca de los caballos: fuego, humo y azufre. El poder de los caballos estaba en su boca y en su cola, pues sus colas parecían serpientes que dañaban con sus cabezas. El resto de la gente, los que no murieron por estas calamidades, tampoco ahora dejaron de hacer el mal, ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, que no pueden ver ni oir ni andar. Tampoco dejaron de matar, ni de hacer brujerías, ni de cometer inmoralidades sexuales, ni de robar.

APOCALIPSIS 9:12-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

El primer ¡ay! ya pasó, pero vienen todavía otros dos. Tocó el sexto ángel su trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios. A este ángel que tenía la trompeta, la voz le dijo: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río Éufrates». Así que los cuatro ángeles que habían sido preparados precisamente para esa hora, y ese día, mes y año, quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad. Oí que el número de las tropas de caballería llegaba a doscientos millones. Así vi en la visión a los caballos y a sus jinetes: Tenían coraza de color rojo encendido, azul violeta y amarillo como azufre. La cabeza de los caballos era como de león, y por la boca echaban fuego, humo y azufre. La tercera parte de la humanidad murió a causa de las tres plagas de fuego, humo y azufre que salían de la boca de los caballos. Es que el poder de los caballos radicaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que hacían daño. El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.