APOCALIPSIS 7:1-3
APOCALIPSIS 7:1-3 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto vi cuatro ángeles puestos de pie sobre los cuatro puntos cardinales, deteniendo los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre los árboles. También vi otro ángel, que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios viviente. Este ángel gritó con fuerte voz a los otros cuatro que habían recibido poder para hacer daño a la tierra y al mar: “¡No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles mientras no señalemos con un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios!”
APOCALIPSIS 7:1-3 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre las cuatro esquinas de la tierra. Estaban allí sujetando los cuatro vientos de la tierra para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre árbol alguno. Vi también otro ángel, que subía desde donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo. Clamó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, y dijo: —No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que a los siervos de nuestro Dios hayamos puesto un sello en la frente.
APOCALIPSIS 7:1-3 La Palabra (versión española) (BLP)
Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles. Desde el oriente, entre tanto, subía otro ángel, que llevaba consigo el sello del Dios vivo y que gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de arrasar la tierra y el mar. Les decía: —No causéis daño a la tierra, al mar o a los árboles hasta que marquemos en la frente a los servidores de nuestro Dios.
APOCALIPSIS 7:1-3 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después de esto vi a cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra. Estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que estos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles. Vi también a otro ángel que venía del oriente con el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar: «¡No hagáis daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de nuestro Dios!»