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APOCALIPSIS 19:6-21

APOCALIPSIS 19:6-21 Reina Valera 2020 (RV2020)

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de un gran caudal de agua y como el retumbar de potentes truenos, que decía: —¡Aleluya!, porque el Señor, nuestro Dios Todopoderoso, reina. Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente. Y es que el lino fino significa las acciones justas de los santos. El ángel me dijo: —Escribe: «Dichosos los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero». Y me dijo: —Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarlo, pero él me dijo: —¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que dan testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía. Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llamas de fuego, tenía muchas diademas en su cabeza y llevaba escrito un nombre que únicamente él conoce. Vestía una ropa teñida en sangre y su nombre es: «La Palabra de Dios». Los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones, y él las gobernará con cetro de hierro. Él pisará el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su manto y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores. Vi entonces a un ángel que estaba de pie en el sol, y que con gran voz decía a todas las aves que vuelan en medio del cielo: —¡Venid y congregaos para participar de la gran cena de Dios! Para que comáis carne de reyes, de capitanes y de poderosos; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente: libres y esclavos, pequeños y grandes. Vi a la bestia y a los reyes de la tierra y sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo y contra su ejército. La bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Los demás fueron exterminados por la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se hartaron de la carne de ellos.

APOCALIPSIS 19:6-21 La Palabra (versión española) (BLP)

Oí luego algo parecido a la voz de una muchedumbre inmensa, al rumor de aguas caudalosas, al retumbar de truenos fragorosos. Proclamaban: —¡Aleluya! El Señor Dios nuestro, dueño de todo, ha establecido su reinado. Alegrémonos y gocémonos y ensalcemos su grandeza, porque ha llegado el momento de las bodas del Cordero. ¡Está su esposa engalanada, vestida de lino finísimo y deslumbrante de blancura! El lino que representa las buenas acciones de los consagrados a Dios. Alguien me dijo: —Escribe: «Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero». Y añadió: —Palabras verdaderas de Dios son estas. Me postré entonces a sus pies con intención de adorarlo, pero él me dijo: —¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos, los que dan testimonio de Jesús. A Dios debes adorar. (Y es que tener espíritu profético y dar testimonio de Jesús es una misma cosa.) Vi luego el cielo abierto y un caballo blanco, cuyo jinete, llamado «Fiel» y «Veraz», juzga con justicia y se dispone a combatir. Sus ojos son como llamas de fuego, múltiples diademas ciñen su cabeza y lleva un nombre escrito que solo él es capaz de descifrar. Viste un manto empapado en sangre y su nombre es «La Palabra de Dios». Cubiertos de finísimo lino resplandeciente de blancura, los ejércitos del cielo galopan tras sus huellas sobre blancos caballos. Una espada afilada sale de su boca para herir con ella a las naciones, a las que gobernará con cetro de hierro; y se dispone a pisar el lagar donde rezuma el vino de la terrible ira de Dios, que es dueño de todo. Y escrito en el manto y sobre el muslo tiene este título: «Rey de reyes y Señor de señores». Vi también un ángel que, de pie sobre el sol, gritaba con voz poderosa a todas las aves rapaces que volaban por lo más alto del cielo: —¡Acudid todas al gran festín preparado por Dios! Podéis comer carne a discreción: carne de reyes, de generales y de valientes guerreros; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente: libres y esclavos, humildes y poderosos. Vi entonces cómo la bestia y los reyes de la tierra concentraban sus ejércitos para presentar batalla al que montaba el caballo y a su ejército. Pero la bestia fue hecha prisionera, y con ella el falso profeta, el que, realizando prodigios a favor de la bestia, había logrado seducir a cuantos se dejaron tatuar la marca de la bestia y adoraron su imagen. Ambos fueron arrojados vivos al lago ardiente de fuego y azufre. Los demás fueron exterminados por la espada del jinete del caballo blanco —la espada que sale de su boca— y todas las aves rapaces se hartaron de sus carnes.

APOCALIPSIS 19:6-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Oí también algo como voces de mucha gente, como el sonido de una cascada y de fuertes truenos. Decían: “¡Aleluya! Ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios todopoderoso. Alegrémonos, llenémonos de gozo y démosle gloria, porque ha llegado el momento de las bodas del Cordero. Su esposa se ha preparado: Dios le ha dado que se vista de lino puro y brillante, porque el lino es la recta conducta del pueblo santo.” El ángel me dijo: “Escribe: ‘Felices los que han sido invitados al banquete de las bodas del Cordero.’ ” Y añadió: “Estas son palabras verdaderas de Dios.” Me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: “No hagas eso. Yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y que tus hermanos que siguen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios!” Ese testimonio de Jesús es el que inspira a los profetas. Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, porque con rectitud gobernaba y hacía la guerra. Sus ojos brillaban como llamas de fuego, llevaba en la cabeza muchas coronas y tenía un nombre escrito que solo él conocía. Iba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era La Palabra de Dios. Le seguían los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco y puro y montados en caballos blancos. Le salía de la boca una espada aguda, para herir con ella a las naciones. Las gobernará con cetro de hierro, las juzgará como quien pisa la uva en el lagar y les dará a beber el vino de la terrible ira del Dios todopoderoso. En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: “Rey de reyes y Señor de señores”. Y vi un ángel de pie en el sol, que gritaba con fuerza a todas las aves de rapiña que vuelan en lo alto del cielo: “¡Venid y reuníos para la gran cena de Dios! ¡Comeréis carne de reyes, de jefes militares y de hombres valientes; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gentes: libres y esclavos, pequeños y grandes!” Vi al monstruo y a los reyes del mundo que se habían reunido con sus ejércitos para luchar contra el que montaba aquel caballo y contra su ejército. El monstruo fue apresado, junto con el falso profeta que había hecho señales milagrosas en su presencia. Con esas señales, el falso profeta había engañado a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su imagen. Entonces el monstruo y el falso profeta fueron arrojados vivos al lago de fuego, donde arde el azufre. Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de aquel que montaba al caballo, y con sus carnes se hartaron todas las aves de rapiña.

APOCALIPSIS 19:6-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: «¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente». (El lino fino representa las acciones justas de los santos). El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!”» Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios». Me postré a sus pies para adorarle. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora solo a Dios! El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía». Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra. Sus ojos resplandecen como llamas de fuego, y muchas diademas ciñen su cabeza. Lleva escrito un nombre que nadie conoce sino solo él. Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es «el Verbo de Dios». Le siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. «Las gobernará con puño de hierro». Él mismo exprime uvas en el lagar del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso. En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores. Vi a un ángel que, parado sobre el sol, gritaba a todas las aves que vuelan en medio del cielo: «Venid, reuníos para la gran cena de Dios, para que comáis carne de reyes, de jefes militares y de magnates; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente, libres y esclavos, grandes y pequeños». Entonces vi a la bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra el jinete de aquel caballo y contra su ejército. Pero la bestia fue capturada junto con el falso profeta. Este es el que hacía señales milagrosas en presencia de ella, con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego y azufre. Los demás fueron exterminados por la espada que salía de la boca del que montaba a caballo, y todas las aves se hartaron de su carne.