APOCALIPSIS 14:6-20
APOCALIPSIS 14:6-20 Reina Valera 2020 (RV2020)
Luego vi a otro ángel volar por en medio del cielo. Tenía el evangelio eterno para proclamarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: —¡Temed a Dios y dadle honor, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas! Otro ángel lo siguió, y dijo: —Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino de la ira de su inmoralidad sexual. Y un tercer ángel los siguió, y dijo a gran voz: —El que adore a la bestia y a su imagen y reciba la marca en su frente o en su mano, también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vertido sin mezcla alguna en la copa de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. El humo de su tormento sube para siempre jamás. No tendrán descanso ni de día ni de noche los que adoren a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí se comprobará la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Y oí una voz que me decía desde el cielo: —Escribe: «Dichosos desde ahora en adelante los que mueren en el Señor». Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan. Miré, y vi una nube blanca. Sentado sobre la nube estaba alguien semejante al Hijo del Hombre. En la cabeza llevaba una corona de oro, y en la mano tenía una hoz afilada. Y otro ángel salió del templo y clamó con gran voz al que estaba sentado sobre la nube: —¡Mete tu hoz y siega, porque la hora de la siega ha llegado, pues ya está madura la mies de la tierra! El que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra y la tierra fue segada. Entonces, del templo que está en el cielo salió otro ángel. También llevaba una hoz afilada. Y del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego, y clamó con gran voz al que llevaba la hoz afilada, y le dijo: —¡Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la tierra, pues sus uvas ya están maduras! El ángel metió su hoz afilada en la tierra, vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. Las uvas fueron pisadas en el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos en un radio de trescientos kilómetros.
APOCALIPSIS 14:6-20 La Palabra (versión española) (BLP)
Vi también otro ángel que volaba por lo más alto del cielo. Tenía un evangelio eterno que anunciar a los habitantes de la tierra; a todas las razas, naciones, lenguas y pueblos. Decía con voz poderosa: —Temed a Dios y dadle gloria, porque ha sonado la hora del juicio. Adorad al creador del cielo y de la tierra, del mar y de los manantiales de agua. Un segundo ángel lo seguía, proclamando: —¡Por fin cayó la orgullosa Babilonia, la que emborrachó al mundo entero con el vino de su desenfrenada lujuria! Y un tercer ángel seguía a los dos anteriores, clamando con voz poderosa: —¡Adorad, si queréis, a la bestia y a su imagen! ¡Dejaos tatuar su marca, si os place, en la frente o en la mano! Pero entonces, disponeos a beber el vino de la ira de Dios que ha sido vertido sin mezcla alguna en la copa de su furor, disponeos a ser torturados con fuego y azufre en presencia de los santos ángeles y del Cordero. El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre. ¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza de los consagrados a Dios, de los que cumplen los mandamientos de Dios y son fieles a Jesús! Y oí una voz que decía desde el cielo: —Escribe esto: «Dichosos desde ahora los muertos que mueren en el Señor. El Espíritu mismo les asegura el descanso de sus fatigas, por cuanto sus buenas obras los acompañan». Volví a mirar, y vi una nube blanca. Sentado sobre ella había un ser de aspecto humano que llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. Salió del Templo otro ángel y gritó con voz poderosa al que estaba sentado en la nube: —Empuña tu hoz y comienza a segar. Es el tiempo de la siega, pues ya está la mies en sazón. Acercó su hoz a la tierra el que estaba sentado sobre la nube y segó la mies de la tierra. A continuación salió del Templo celestial otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. Y todavía surgió del altar un ángel más —el que tiene poder sobre el fuego— y ordenó con fuerte voz al de la hoz afilada: —Empuña tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues ya están las uvas en sazón. Acercó el ángel su hoz a la tierra, vendimió la viña de la tierra y arrojó la vendimia al gran lagar de la ira de Dios. En las afueras de la ciudad fue pisado el lagar y salió de él tanta sangre, que inundó la tierra hasta alcanzar la altura de las bridas de un caballo en un radio de trescientos kilómetros.
APOCALIPSIS 14:6-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Vi otro ángel, que volaba en lo alto del cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Decía con fuerte voz: “Temed a Dios y dadle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.” Le siguió un segundo ángel, que decía: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!” Luego les siguió otro ángel, el tercero, que decía con fuerte voz: “Quien adore al monstruo y a su imagen y se deje poner su marca en la frente o en la mano, tendrá que beber el vino del terrible castigo que viene de Dios y que él ha preparado puro en la copa de su ira; será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. El humo de su tormento sube por todos los siglos, y no hay descanso de día ni de noche para los que adoran al monstruo y a su imagen y reciben la marca de su nombre.” ¡Ahí se verá la fortaleza del pueblo santo, de los que cumplen sus mandamientos y siguen fieles a Jesús! Oí entonces una voz del cielo, que me decía: “Escribe esto: ‘Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.’ ” “Sí –dice el Espíritu–, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.” Miré, y vi una nube blanca, y sobre la nube, sentado, uno semejante a un hijo de hombre. Llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. Y salió del templo otro ángel, gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: “¡Mete tu hoz y siega, porque ya llegó la hora y la mies de la tierra está madura!” El que estaba sentado en la nube pasó entonces su hoz sobre la tierra, y la tierra quedó segada. Luego, del templo que está en el cielo salió otro ángel, que llevaba también una hoz afilada. Y del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y que llamó con fuerte voz al que llevaba la hoz afilada, diciendo: “¡Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas ya están maduras!” El ángel pasó su hoz sobre la tierra y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en un gran lagar para que fuesen pisadas. Esto representa el terrible castigo que viene de Dios. Las uvas fueron pisadas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó a la altura de los frenos de los caballos hasta una distancia de trescientos kilómetros.
APOCALIPSIS 14:6-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales». Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino de su adulterio». Los seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia, beberá también el vino del furor de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero. El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre». ¡En esto consiste la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús! Entonces oí una voz del cielo, que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor». «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan». Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «semejante al Hijo del hombre». En la cabeza tenía una corona de oro y, en la mano, una hoz afilada. Entonces salió del templo otro ángel y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura». Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz, y la tierra fue segada. Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego, y le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras». El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios. Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.