APOCALIPSIS 12:1-17
APOCALIPSIS 12:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)
Apareció en el cielo una grandiosa señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies y con una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba por los dolores del parto, por la angustia del alumbramiento. Luego apareció otra señal en el cielo: un enorme dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y con una diadema en cada una de sus siete cabezas. Su cola arrastró con violencia la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. El dragón se plantó frente a la mujer que estaba de parto, dispuesto a devorar a su hijo en cuanto naciera. La mujer dio a luz un hijo varón, que gobernará a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo le fue arrebatado para Dios y para su trono. La mujer huyó al desierto, donde tenía un lugar preparado por Dios para que allí la mantuvieran por mil doscientos sesenta días. Entonces hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. Luchaban el dragón y sus ángeles, pero no pudieron vencer, y ya no hubo más lugar para ellos en el cielo. Y así fue expulsado el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Tanto él como sus ángeles fueron arrojados a la tierra. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: —Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Ellos mismos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de testimonio que dieron; pues menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que habitáis en ellos. ¡Ay de los habitantes de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, pues sabe que tiene poco tiempo. Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila para que volara al desierto, lejos de la serpiente, al lugar donde sería mantenida durante tres años y medio. Entonces la serpiente arrojó mucha agua por su boca, como si fuera un río, para que la mujer fuera arrastrada por la corriente. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por su boca. Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.
APOCALIPSIS 12:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)
Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer vestida del sol, con la luna por pedestal y una corona de doce estrellas en la cabeza. Embarazada y a punto de dar a luz, los dolores del alumbramiento le arrancaban gemidos de angustia. Entonces otra figura prodigiosa apareció en el cielo: un enorme dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una diadema en cada una de sus siete cabezas. Con su cola arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso al acecho frente a la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a devorar al hijo en cuanto naciera. La mujer dio a luz a un hijo varón, destinado a regir todas las naciones con cetro de hierro; un hijo que fue puesto a salvo junto al trono de Dios. Mientras tanto, la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios, donde será alimentada durante mil doscientos sesenta días. En el cielo se libró un combate: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón. Lucharon encarnizadamente el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y fueron arrojados del cielo para siempre. Así que aquel enorme dragón, es decir, la antigua serpiente, la que tiene por nombre Diablo y Satanás, la que continuamente está seduciendo al mundo entero, fue precipitado a la tierra junto con sus ángeles. Y oí en el cielo una voz poderosa que decía: —Ya está aquí la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios; ya está aquí la soberanía de su Cristo. Ha sido reducido a la impotencia el que día y noche acusaba a nuestros hermanos delante de nuestro Dios. Han sido ellos quienes lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por medio del mensaje con que testificaron, sin que su amor a la vida les hiciera rehuir la muerte. ¡Alegraos, por tanto, cielos, y quienes en ellos tenéis vuestra morada! Temblad, en cambio, vosotros, tierra y mar, porque el diablo ha bajado hasta vosotros ebrio de furor, sabiendo que es corto el tiempo con que cuenta. Al verse arrojado a la tierra, el dragón se lanzó a perseguir a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero la mujer recibió dos alas de águila real, para que pudiera volar al lugar que tenía destinado en el desierto y ser allí alimentada, lejos de la serpiente, durante tres tiempos y medio. La serpiente lanzó entonces de su boca agua como si fuera un torrente con el fin de anegar a la mujer. Pero la tierra acudió en ayuda de la mujer: abrió su boca y absorbió el torrente que había salido de la boca del dragón. Despechado por su fracaso con la mujer, el dragón se fue a hacer la guerra contra el resto de los hijos de la mujer, es decir, contra los que cumplen los mandamientos de Dios y se mantienen como testigos fieles de Jesús.
APOCALIPSIS 12:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba encinta y gritaba por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. Y la mujer dio a luz un hijo varón, que ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro. Pero arrebatando a su hijo, lo llevaron ante Dios y ante su trono; y la mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un lugar en el que fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días. Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así pues, el gran dragón fue expulsado, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra. Entonces oí una fuerte voz en el cielo, que decía: “Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías; porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Nuestros hermanos lo han vencido con la sangre derramada del Cordero y con el mensaje que proclamaron; no tuvieron miedo de perder la vida, sino que estuvieron dispuestos a morir. ¡Alegraos, pues, cielos y los que viven en ellos! ¡Pero ay de los que viven en la tierra y en el mar, porque el diablo, sabiendo que le queda poco tiempo, ha bajado contra vosotros lleno de furor!” Cuando el dragón se vio arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había tenido el hijo. Pero a la mujer le fueron dadas dos grandes alas de águila para que pudiera volar a su lugar en el desierto, lejos de la serpiente, allí donde tenía que ser alimentada durante tres años y medio. La serpiente arrojó por la boca un río de agua para arrastrar a la mujer, pero la tierra ayudó a la mujer abriendo la boca y tragándose el río salido de la boca del dragón. El dragón, furioso contra la mujer, se fue a pelear contra el resto de los descendientes de ella, contra los que cumplen los mandamientos de Dios y siguen fieles al testimonio de Jesús.
APOCALIPSIS 12:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Apareció en el cielo una señal maravillosa: una mujer revestida del sol, con la luna debajo de sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y gritaba por los dolores y angustias del parto. Y apareció en el cielo otra señal: un enorme dragón de color rojo encendido que tenía siete cabezas y diez cuernos, y una diadema en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se plantó delante de ella para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Ella dio a luz un hijo varón que «gobernará a todas las naciones con puño de hierro». Pero su hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil doscientos sesenta días. Se desató entonces una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; este y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra. Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte. Por eso, ¡alegraos, cielos, y vosotros que los habitáis! Pero ¡ay de la tierra y del mar! El diablo, lleno de furor, ha descendido a vosotros, porque sabe que le queda poco tiempo». Cuando el dragón se vio arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila, para que volara al desierto, al lugar donde sería sustentada durante un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la vista de la serpiente. La serpiente, persiguiendo a la mujer, arrojó por sus fauces agua como un río, para que la corriente la arrastrara. Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por sus fauces. Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús.