SALMOS 94:12-22
SALMOS 94:12-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges, y en tu ley lo instruyes para hacerlo descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo. No abandonará el Señor a su pueblo ni desamparará a su heredad, sino que el juicio será vuelto a la justicia y tras ella irán todos los rectos de corazón. ¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen maldad? Si no me ayudara el Señor, pronto moraría mi alma en el silencio. Cuando yo decía: «Mi pie resbala», tu misericordia, Señor, me sostenía. En la multitud de mis pensamientos íntimos, tus consolaciones alegraban mi alma. ¿Se juntará contigo el trono de la maldad que hace el agravio en forma de ley? Se juntan contra la vida del justo y condenan la sangre inocente. Pero el Señor me ha sido por refugio y mi Dios por roca de mi confianza.
SALMOS 94:12-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Feliz a quien tú, oh Dios, corriges, a quien instruyes en tu ley; le darás paz en días de desgracia, mientras se cava la fosa del malvado. Porque el Señor no olvida a su pueblo, él no abandona a su heredad. Se juzgará de nuevo con justicia y los rectos caminarán tras ella. ¿Quién me defenderá ante los malvados? ¿Quién me apoyará frente a los malhechores? Si el Señor no me hubiese ayudado, el país del silencio sería pronto mi morada. Si yo digo: «Mi pie resbala», tu bondad, Señor, me sostiene. Cuando me invaden las penas, tus consuelos me dan alegría. ¿Te aliarás con el juez corrupto que utiliza la ley para cometer injusticias? Atacan la vida del justo, declaran culpable al inocente. Pero el Señor es mi refugio; mi Dios, la fortaleza que me ampara.
SALMOS 94:12-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Dichoso aquel a quien tú, SEÑOR, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley, para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa. El SEÑOR no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono. El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán. ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores? Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio. Apenas decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos que por decreto fraguan la maldad, que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente? Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio.