SALMOS 64:1-10
SALMOS 64:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Escucha, Dios, la voz de mi queja; guarda mi vida del miedo al enemigo. Escóndeme del plan secreto de los malignos, de la conspiración de los malvados que afilan como espada su lengua; lanzan sus amargas palabras como si fueran saetas, para disparar a escondidas contra el íntegro; de repente le disparan, y no temen. Obstinados en su perverso designio, tratan de esconder los lazos, y dicen: «¿Quién los ha de ver?». Planean maldades, e investigan al detalle; su interioridad y su corazón, son insondables. Pero Dios los herirá con saeta; de repente llegarán sus plagas. Sus propias lenguas los harán caer. Se espantarán todos los que los vean. La humanidad entera sentirá temor, y anunciará la obra de Dios, y entenderá el porqué de sus acciones. Se alegrará el justo en el Señor y confiará en él; ¡se gloriarán todos los rectos de corazón!
SALMOS 64:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Escucha, oh Dios, mi amargo clamor, guarda mi vida del terror del enemigo; protégeme de la conjura de los malvados, de la conspiración de los malhechores. Ellos afilan su lengua como espada, lanzan como flechas palabras envenenadas; disparan a escondidas contra el inocente, le disparan por sorpresa sin temer nada. Entre ellos se animan a hacer el mal, hablan de tender trampas ocultas diciendo: «¿Quién se dará cuenta?». Andan maquinando crímenes: «Llevemos a cabo nuestro plan, que el interior del ser humano y su corazón son insondables». Pero Dios les lanza una flecha y caen heridos de repente; su lengua se vuelve contra ellos, cuantos los ven agitan la cabeza. Todos, entonces, sienten miedo y pregonan la obra de Dios, comprendiendo su proceder. Que el justo se alegre en el Señor, que en él ponga su confianza, que se enorgullezcan los rectos.
SALMOS 64:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo. Escóndeme de esa panda de impíos, de esa caterva de malhechores. Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. Emboscados, tiran contra el inocente; le disparan sin temor y sin aviso. Unos a otros se animan en sus planes impíos, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: «¿Quién las verá?» Maquinan injusticias, y dicen: «¡Hemos tramado un plan perfecto!» ¡Cuán incomprensibles son la mente y los pensamientos humanos! Pero Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos. Su propia lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos. La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras. Que se regocijen en el SEÑOR los justos; que busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!