SALMOS 19:7-13
SALMOS 19:7-13 La Palabra (versión española) (BLP)
La ley del Señor es perfecta, reconforta al ser humano; el mandato del Señor es firme, al sencillo lo hace sabio; los decretos del Señor son rectos, alegran el corazón; el mandamiento del Señor es nítido, llena los ojos de luz; venerar al Señor comunica santidad, es algo que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdad, todos ellos son justos. Son más cautivadores que el oro, más que abundante oro fino, más dulces que la miel, que la miel virgen del panal. Tu siervo está atento a ellos; grande es el premio si se respetan. Pero ¿quién conoce sus propios errores? Perdóname los que ignoro. Libra a tu siervo de la arrogancia, ¡que no me domine! Y entonces seré íntegro, inocente de un gran pecado.
SALMOS 19:7-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
La ley del Señor es perfecta: convierte el alma; el testimonio del Señor es fiel: hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos: alegran el corazón; el precepto del Señor es puro: alumbra los ojos. El temor del Señor es limpio: permanece para siempre; los juicios del Señor son verdad: todos justos. Deseables son más que el oro, más que mucho oro refinado; y dulces más que la miel, la que destila del panal. Tu siervo es, además, amonestado con ellos; en guardarlos hay gran recompensa. ¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de la arrogancia, que no me domine. Entonces seré íntegro y estaré libre de un gran pecado.
SALMOS 19:7-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La ley del SEÑOR es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del SEÑOR es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del SEÑOR son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del SEÑOR es claro: da luz a los ojos. El temor del SEÑOR es puro: permanece para siempre. Las sentencias del SEÑOR son verdaderas: todas ellas son justas. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa. ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no soy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados.