SALMOS 18:37-45
SALMOS 18:37-45 Reina Valera 2020 (RV2020)
Perseguí a mis enemigos y los alcancé; no volví hasta acabarlos. Los herí de modo que no se levantaran; cayeron debajo de mis pies, pues me has revestido de fuerzas para el combate; has humillado a mis enemigos debajo de mí. Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, para que yo destruya a los que me odian. Clamaron, y no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió. Los molí como polvo delante del viento; los pisoteé y lancé afuera como a lodo de las calles. Me has librado de las contiendas del pueblo; me has hecho cabeza de las naciones; pueblo que yo no conocía me sirvió. Al oír de mí, me obedecieron; los hijos de extraños se sometieron a mí. Los extraños se debilitaron y salieron temblando de sus encierros.
SALMOS 18:37-45 La Palabra (versión española) (BLP)
Persigo a mis enemigos y los alcanzo, no retrocedo hasta acabar con ellos; los abato y no pueden levantarse, quedan postrados a mis pies. Me has armado de valor para el combate, los agresores me han quedado sometidos. Pones en fuga a mis enemigos y yo aniquilo a mis adversarios. Piden auxilio y no hay quien los salve, claman a Dios y no les responde. Yo los convierto en polvo que se lleva el viento, los aplasto como el barro de las calles. Tú me libras de las disputas del pueblo, me pones al frente de las naciones, me sirven pueblos que no conozco. Apenas me oyen y ya me obedecen, los extranjeros se humillan ante mí, los extranjeros quedan sin fuerza y salen temblando de sus refugios.
SALMOS 18:37-45 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban. Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron, pero no les respondió. Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles! Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía. Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. ¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios!