SALMOS 141:1-10
SALMOS 141:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Señor, a ti he clamado; apresúrate a venir a mí; escucha mi voz cuando te invoque. Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde. Pon un cerrojo a mi boca, Señor; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, para hacer obras impías con los que hacen maldad; y no coma yo de sus deleites. Que el justo me castigue y me reprenda será un favor; pero que bálsamo de impíos no unja mi cabeza, pues mi oración será continuamente contra sus maldades. Serán despeñados sus jueces, y oirán mis palabras, que son verdaderas. Como quien hiende y rompe la tierra, son esparcidos nuestros huesos a la boca del seol. Por tanto, a ti, Señor y Dios, miran mis ojos. En ti he confiado: no desampares mi alma. Guárdame de los lazos que me han tendido y de las trampas de los que hacen maldad. Caigan los impíos a una en sus redes, mientras yo paso adelante.
SALMOS 141:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Señor, a ti clamo, acude a mí, escucha mi voz cuando te llamo. Que mi oración sea ante ti como incienso, mis manos alzadas como ofrenda de la tarde. Señor, pon en mi boca un centinela que vigile a la puerta de mis labios. No dejes que mi corazón se incline al mal, que cometa injusticias con los malhechores. ¡Que no pruebe yo sus manjares! Que el justo por amor me corrija y me reprenda, que el aceite del malvado no perfume mi cabeza, que mi oración se alce frente a sus maldades. Serán arrojados sus magistrados contra las rocas y sabrán entonces que eran suaves mis palabras. Como tierra que se rompe y desmenuza, se esparcen sus huesos a las puertas del reino de los muertos. Señor, Dios mío, hacia ti dirijo mis ojos, en ti me refugio, no me desampares. Guárdame de la red que me han tendido, de las trampas de los malhechores. Que caigan los malvados en sus trampas, mientras yo sigo adelante.
SALMOS 141:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
A ti clamo, SEÑOR; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo! Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino. SEÑOR, ponme en la boca un centinela; un guardián a la puerta de mis labios. No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar en banquetes en compañía de malhechores. Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras. Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas. Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro». En ti, SEÑOR Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten. Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores. Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.