SALMOS 137:1-9
SALMOS 137:1-9 Reina Valera 2020 (RV2020)
Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sion. Sobre los sauces, en medio de ella, colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían cánticos, los que nos habían desolado nos pedían alegría, y decían: «Cantadnos algunos de los cánticos de Sion». ¿Cómo cantaremos un cántico del Señor en tierra de extraños? Si me olvido de ti, Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acuerdo; si no enaltezco a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría. Señor, recuerda a los hijos de Edom que, el día de la caída de Jerusalén, decían: «¡Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos!». Hija de Babilonia, la desolada, dichoso el que te dé el pago de lo que tú nos hiciste. ¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!
SALMOS 137:1-9 La Palabra (versión española) (BLP)
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos entre lágrimas al recordar a Sion. En los álamos que allí había, colgábamos nuestras cítaras. Quienes nos deportaron nos pedían canciones, alegría quienes nos estaban oprimiendo: «¡Cantadnos un canto de Sion!». ¿Cómo cantaremos un canto al Señor si estamos en tierra extraña? Que pierda mi diestra su destreza si me olvido de ti, Jerusalén; que mi lengua se pegue al paladar si no me acuerdo de ti, si no hago de Jerusalén la cima de mi alegría. Recuerda Señor a los hijos de Edom, que el día de Jerusalén decían: «¡Arrasad, arrasadla hasta los cimientos!». Tú, Babilonia, serás devastada. ¡Feliz quien te haga lo que tú nos hiciste! ¡Feliz quien tome a tus niños y los lance contra la roca!
SALMOS 137:1-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión. En los álamos que había en la ciudad colgábamos nuestras arpas. Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían: «¡Cantadnos un cántico de Sión!» ¿Cómo cantar las canciones del SEÑOR en una tierra extraña? Ah, Jerusalén, Jerusalén, si llegara yo a olvidarte, ¡que la mano derecha se me seque! Si de ti no me acordara, ni te pusiera por encima de mi propia alegría, ¡que la lengua se me pegue al paladar! SEÑOR, acuérdate de los edomitas el día en que cayó Jerusalén. «¡Arrasadla —gritaban—, arrasadla hasta sus cimientos!» Hija de Babilonia, que has de ser destruida, ¡dichoso el que te haga pagar por todo lo que nos has hecho! ¡Dichoso el que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!