SALMOS 119:1-56
SALMOS 119:1-56 Reina Valera 2020 (RV2020)
Dichosos los íntegros de camino, los que andan en la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus testimonios y con todo el corazón lo buscan, pues no hacen maldad los que andan en sus caminos. Tú encargaste que tus mandamientos fueran guardados con esmero. ¡Ojalá fueran estables mis caminos para guardar tus estatutos! Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiera a todos tus mandamientos. Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprenda tus justos juicios. ¡Tus estatutos guardaré! ¡No me abandones enteramente! ¿Con qué limpiará el joven su camino? ¡Con guardar tu palabra! Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. ¡Bendito tú, Señor! ¡Enséñame tus estatutos! Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Haz bien a tu siervo; que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley. Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos. Aparta de mí la deshonra y el menosprecio, porque he guardado tus testimonios. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos, pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. Abatida hasta el polvo está mi alma; ¡vivifícame según tu palabra! Te he manifestado mis caminos y me has respondido; enséñame tus estatutos; hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas. ¡Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra! Aparta de mí el camino de la mentira y en tu misericordia concédeme tu ley. Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí. Me he apegado a tus testimonios; Señor, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré cuando alegres mi corazón. Enséñame , Señor, el camino de tus estatutos y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, guardaré tu ley y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la avaricia. Aparta mis ojos para que no se fijen en cosas vanas; avívame en tu camino. Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme. Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios. Yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia. Venga a mí tu misericordia, Señor; tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a quien me avergüenza, que en tu palabra he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero. Guardaré tu ley en todo momento, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes y no me avergonzaré. Me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos, que amo, y meditaré en tus estatutos. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. Los soberbios se han burlado mucho de mí, pero no me he apartado de tu ley. Me acordé, Señor, de tus juicios antiguos, y me consolé. Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que abandonan tu ley. Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa en donde fui extranjero. Me acordé en la noche de tu nombre, Señor, y guardé tu ley. Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos.
SALMOS 119:1-56 La Palabra (versión española) (BLP)
Felices los de conducta intachable, los que caminan en la ley del Señor. Felices los que guardan sus mandatos y los buscan con todo el corazón, los que no han cometido mal alguno y marchan por sus caminos. Tú estableciste tus preceptos para que se cumplieran fielmente. ¡Ojalá mi conducta fuera firme en el respeto a tus normas! Entonces no me sonrojaría al ver todos tus mandamientos. Te daré gracias sinceramente cuando aprenda tus justos decretos. Yo quiero respetar tus normas, ¡no me abandones por completo! ¿Cómo podrá un joven portarse rectamente? Viviendo de acuerdo a tu palabra. De todo corazón te busco, no dejes que incumpla tus mandatos. Guardo tus palabras en mi corazón para así no pecar contra ti. Bendito seas, Señor, enséñame tus normas. Yo proclamo con mis labios todos los decretos de tu boca. Al seguir tus mandatos me alegro más que en todas las riquezas. Meditaré tus preceptos y contemplaré tus sendas. En tus normas me deleitaré, no he de olvidar tu palabra. Favorece a tu siervo: viviré y respetaré tu palabra. Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley. Soy extranjero en esta tierra, no me ocultes tus mandamientos. Me consumo anhelando sin cesar tus decisiones. Tú reprendes a los soberbios, maldito quien se aparte de tus mandatos. Aleja de mí la burla y la mofa, que yo guardo tus mandamientos. Aunque conspiren contra mí los poderosos, tu siervo medita tus normas. Tus mandatos son mi deleite, ellos son mis consejeros. Estoy postrado en el polvo, dame la vida según tu promesa. Te conté mis avatares y me escuchaste, enséñame tus normas. Enséñame la senda de tus preceptos, que yo meditaré tus maravillas. Me estoy consumiendo de pena, confórtame según tu promesa. Aparta de mí el camino falso y dame la gracia de tu ley. Escogí el camino de la fidelidad, he tenido presentes tus decisiones; me he adherido a tus mandamientos, Señor, no me defraudes. Correré por la senda de tus mandatos y tú alegrarás mi corazón. Muéstrame, Señor, el camino de tus normas, que yo las guardaré hasta el fin. Instrúyeme para cumplir tu ley, la respetaré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella me complazco. Inclina mi corazón a tus mandatos y no hacia la riqueza. Aparta mi vista de lo que es vano, haz que viva en tu camino. Cumple la promesa que hiciste a este tu siervo que te honra. Aleja de mí la burla que me inquieta, porque son buenas tus decisiones. Siento amor por tus preceptos, por tu justicia dame vida. Cólmame, Señor, de tu amor, sálvame según tu promesa; podré así replicar al que me humilla, pues yo confío en tu palabra. No apartes de mi boca la palabra sincera, que en tus decisiones pongo mi esperanza. Respetaré tu ley constantemente, por siempre jamás la cumpliré. Caminaré sin estorbos, porque busco tus preceptos. Proclamaré ante los reyes tus mandatos sin sentir vergüenza alguna. Me deleitaré en tus mandamientos porque los amo intensamente; hacia ellos alzaré mis manos, meditando tus normas. Recuerda la promesa hecha a tu siervo, la que mantiene mi esperanza. Esto me consuela cuando sufro: que tu promesa me da vida. Mucho me insultan los soberbios, pero yo no me aparto de tu ley. Recuerdo, Señor, tus decretos de antaño, y en ellos encuentro consuelo. Me invade el furor por los malvados, por aquellos que abandonan tu ley. Tus normas eran cantos para mí cuando vivía en el destierro. Señor, de noche recuerdo tu nombre y tengo respeto por tu ley. A mí me corresponde guardar tus preceptos.
SALMOS 119:1-56 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos! Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas. En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios. Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos! Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos. Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos. Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros. Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. Mantenme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. Yo, SEÑOR, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza. Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen. Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos. ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra. No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza. Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado, pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo. Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos! Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley. Me acuerdo, SEÑOR, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos. Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley. Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro. SEÑOR, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley! Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos.