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SALMOS 106:7-28

SALMOS 106:7-28 Reina Valera 2020 (RV2020)

Nuestros padres, en Egipto, no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino que se rebelaron junto al mar, el mar Rojo. Pero él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder. Reprendió al mar Rojo y lo secó, y los hizo ir por el abismo como por un desierto. Los salvó de manos del enemigo, y los rescató de manos del adversario. Cubrieron las aguas a sus enemigos; ¡no quedó ni uno de ellos! Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza. Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto y tentaron a Dios en la soledad. Él les dio lo que pidieron, pero envió mortandad sobre ellos. Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, y contra Aarón, el santo del Señor. Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán, y cubrió la compañía de Abiram. Y se encendió fuego contra su grupo; ¡la llama quemó a los impíos! Hicieron un becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Cambiaron la gloria de Dios por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables en el mar Rojo. Y los habría destruido de no haberse interpuesto Moisés, su escogido, delante de él, a fin de apartar su indignación para que no los destruyera. Pero aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en la palabra de Dios; antes, murmuraron en sus tiendas y no oyeron la voz del Señor. Por tanto, alzó su mano contra ellos para abatirlos en el desierto, y humillar a su pueblo entre las naciones y esparcirlos por las tierras. Se unieron asimismo a Baal-peor y comieron los sacrificios de los muertos.

SALMOS 106:7-28 La Palabra (versión española) (BLP)

En Egipto nuestros padres no comprendieron tus maravillas, no recordaron tu inmenso amor, se rebelaron contra ti en el mar de las Cañas. Pero él los salvó honrando su nombre, y mostrando así su poder. Gritó al mar de las Cañas y quedó seco, los guio por los abismos como por el desierto. Los salvó de la mano de su enemigo, los libró de la garra de su rival. El agua anegó a sus adversarios, ni uno de ellos sobrevivió. Creyeron entonces en sus palabras, cantaron sus alabanzas. Pero pronto se olvidaron de sus obras, no confiaron en sus designios. En el desierto la avidez los consumía, en el yermo retaron a Dios. Él les dio lo que pedían, pero también les envió un mal devastador. Envidiaron a Moisés en el campamento, también a Aarón, el consagrado del Señor. La tierra se abrió y engulló a Datán, enterró a la banda de Abirán: el fuego abrasó a sus secuaces, una llama devoró a los malvados. En Horeb hicieron un becerro, adoraron una imagen de metal, cambiaron a quien era su gloria por la estatua de un toro que come hierba. Olvidaron a Dios salvador suyo, el que hizo cosas grandes en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, prodigios en el mar de las Cañas. Pensaba el Señor exterminarlos, pero Moisés, su elegido, intercedió delante de él para calmar su furia destructora. Despreciaron una tierra deliciosa, no confiaron en su palabra. Se quejaban en sus tiendas, no escuchaban la voz del Señor. Por eso el Señor les juró solemnemente que los haría morir en el desierto, que a su estirpe arrojaría entre paganos, que los dispersaría entre los países. Ellos siguieron a Baal Peor y comieron sacrificios de muertos.

SALMOS 106:7-28 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Cuando nuestros padres estaban en Egipto, no tomaron en cuenta tus maravillas; no tuvieron presente tu bondad infinita y se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo. Pero Dios los salvó, haciendo honor a su nombre, para mostrar su gran poder. Reprendió al Mar Rojo, y este quedó seco; los condujo por las profundidades del mar como si cruzaran el desierto. Los salvó del poder de sus enemigos, del poder de quienes los odiaban. Las aguas envolvieron a sus adversarios, y ninguno de estos quedó con vida. Entonces ellos creyeron en sus promesas y le entonaron alabanzas. Pero muy pronto olvidaron sus acciones y no esperaron a conocer sus planes. En el desierto cedieron a sus propios deseos; en los páramos pusieron a prueba a Dios. Y él les dio lo que pidieron, pero les envió una enfermedad devastadora. En el campamento tuvieron envidia de Moisés y de Aarón, el que estaba consagrado al SEÑOR. Se abrió la tierra y se tragó a Datán; sepultó a los seguidores de Abirán. Un fuego devoró a esa pandilla; las llamas consumieron a los impíos. En Horeb hicieron un becerro; se postraron ante un ídolo de fundición. Cambiaron al que era su motivo de orgullo por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron del Dios que los salvó y que había hecho grandes cosas en Egipto: milagros en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo. Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera. Menospreciaron esa bella tierra; no creyeron en la promesa de Dios. Refunfuñaron en sus tiendas de campaña y no obedecieron al SEÑOR. Por tanto, él levantó su mano contra ellos para hacerlos caer en el desierto, para hacer caer a sus descendientes entre las naciones y dispersarlos por todos los países. Se sometieron al yugo de Baal Peor y comieron de las ofrendas a ídolos sin vida.