SALMOS 104:24-32
SALMOS 104:24-32 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Cuán innumerables son tus obras, Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría; ¡la tierra está llena de tus beneficios! He allí el grande y ancho mar, en donde se mueven seres innumerables, seres pequeños y grandes. Allí lo surcan las naves; allí este Leviatán que hiciste para jugar con él. Todos ellos esperan en ti, para que les des la comida a su tiempo. Tú les das y ellos recogen; abres tu mano y se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser y vuelven al polvo. Envías tu espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra. ¡Sea la gloria del Señor para siempre! ¡Alégrese el Señor en sus obras! Él mira a la tierra y ella tiembla; toca los montes y humean.
SALMOS 104:24-32 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Qué abundantes son tus obras, Señor! Con tu sabiduría las hiciste todas, la tierra está llena de tus criaturas. Aquí está el inmenso y ancho mar, allí un sinfín de animales marinos, seres pequeños y grandes; allí se deslizan los barcos y Leviatán, a quien formaste para jugar con él. Todos ellos te están esperando para tener la comida a su tiempo. Tú se la das y ellos la atrapan, abres tu mano, los sacias de bienes. Pero si ocultas tu rostro se aterran, si les quitas el aliento agonizan y regresan al polvo. Les envías tu aliento y los creas, renuevas la faz de la tierra. Que la gloria del Señor sea eterna, que el Señor se goce en sus obras. Él mira la tierra y ella tiembla, toca las montañas y echan humo.
SALMOS 104:24-32 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Oh SEÑOR, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas! Allí está el mar, ancho e infinito, que abunda en animales, grandes y pequeños, cuyo número es imposible conocer. Allí navegan los barcos y se mece Leviatán, que tú creaste para jugar con él. Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento. Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes. Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo. Pero, si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra. Que la gloria del SEÑOR perdure eternamente; que el SEÑOR se regocije en sus obras. Él mira la tierra y la hace temblar; toca los montes y los hace echar humo.