SALMOS 104:10-18
SALMOS 104:10-18 Reina Valera 2020 (RV2020)
Tú eres el que viertes los manantiales en los arroyos; van entre los montes, dan de beber a todas las bestias del campo; en ellas calman su sed los asnos monteses. En sus orillas habitan las aves del cielo; ¡cantan entre las ramas! Él riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra. Él hace brotar el heno para las bestias y la hierba para el servicio del hombre, para sacar el pan de la tierra, el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro y el pan que sustenta la vida del hombre. Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó. Allí anidan las aves; en las hayas hace su casa la cigüeña. Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas, para madrigueras de los conejos.
SALMOS 104:10-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que fluyan entre las montañas. De ellas beben todas las bestias del campo; allí los asnos monteses calman su sed. Las aves del cielo anidan junto a las aguas y cantan entre el follaje. Desde tus altos aposentos riegas las montañas; la tierra se sacia con el fruto de tu trabajo. Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento: el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida. Los árboles del SEÑOR están bien regados, los cedros del Líbano que él plantó. Allí las aves hacen sus nidos; en los cipreses tienen su hogar las cigüeñas. En las altas montañas están las cabras monteses, y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.
SALMOS 104:10-18 La Palabra (versión española) (BLP)
Tú conviertes a los manantiales en ríos que serpentean entre montañas, proporcionan bebida a las bestias del campo y apagan la sed de los asnos salvajes; en sus orillas moran las aves del cielo que entre las ramas andan trinando. Desde tus aposentos riegas los montes, se sacia la tierra del fruto de tus obras. Tú haces brotar la hierba para el ganado, y las plantas que cultiva el ser humano para sacar el pan de la tierra; y también el vino que alegra a los humanos, dando a su rostro más brillo que el aceite, junto con el alimento que los reconforta. Reciben su riego los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él plantó. En ellos las aves ponen sus nidos mientras la cigüeña lo pone en los cipreses; los altos montes son de los ciervos, las rocas, refugio de los tejones.