SALMOS 104:1-9
SALMOS 104:1-9 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Bendice, alma mía, al Señor! Señor, Dios mío, qué grande eres; de gloria y majestad te vistes. Como un manto te envuelve la luz, como un tapiz extiendes el cielo. Alzas tus aposentos sobre las aguas, haces de las nubes tu carroza, en alas del viento caminas; a los vientos haces mensajeros tuyos, a las llamas ardientes, tus servidores. Afirmaste la tierra sobre sus cimientos y nunca jamás podrá derrumbarse. Como vestido le pusiste el océano, hasta los montes se alzaban las aguas; ante tu grito amenazante huían, ante tu voz tronante escapaban; subían a los montes, por los valles bajaban hasta el lugar que tú mismo les fijaste. Les fijaste una frontera que no cruzarán y no volverán a cubrir la tierra.
SALMOS 104:1-9 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Bendice, alma mía, al Señor! Señor, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia: el que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina, que establece sus aposentos entre las aguas, el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las alas del viento, el que hace a los vientos sus mensajeros y a las llamas de fuego sus ministros. Él fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida. Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas. A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron; subieron los montes, descendieron los valles al lugar que tú les fijaste. Les pusiste un límite, el cual no traspasarán, ni volverán a cubrir la tierra.
SALMOS 104:1-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Alaba, alma mía, al SEÑOR! SEÑOR mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad. Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo. Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos y haces de las nubes tus carros de guerra. ¡Tú cabalgas sobre las alas del viento! Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores. Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos, y de allí jamás se moverá; la revestiste con el mar, y las aguas se detuvieron sobre los montes. Pero a tu reprensión huyeron las aguas; ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga. Ascendieron a los montes, descendieron a los valles, al lugar que tú les asignaste. Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar; ¡jamás volverán a cubrir la tierra!