PROVERBIOS 8:18-36
PROVERBIOS 8:18-36 Reina Valera 2020 (RV2020)
Las riquezas y el honor me acompañan; los bienes permanentes y la justicia. Mejor es mi fruto que el oro, que el oro refinado; y mis beneficios mejores que la plata pura. Yo ando por la vereda de la rectitud, en medio de las sendas de la justicia, para hacer que los que me aman tengan su heredad y que yo llene sus tesoros. El Señor me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve la primacía, desde el principio, antes de la tierra. Fui engendrada antes que los abismos, antes de que existieran los manantiales de abundantes aguas. Antes de que los montes fueran formados, antes que los collados, ya había sido yo engendrada, cuando él aún no había hecho la tierra, ni los campos, ni los primeros granos de arena del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo, cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo, cuando fijaba los límites al mar para que las aguas no transgredieran su mandato, cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo. Yo era su alegría cotidiana, y disfrutaba siempre de su presencia. Me regocijaba con la parte habitada de su tierra, pues mis delicias están con los seres humanos. Ahora pues, hijos, escuchadme: ¡Dichosos los que guardan mis caminos! Atended el consejo, sed sabios y no lo menospreciéis. Dichoso aquel que me escucha, que vela a mis puertas cada día, y guarda los postes de mis puertas, porque el que me halle, hallará la vida y alcanzará el favor del Señor; pero el que peca contra mí, se defrauda a sí mismo, pues todos los que me aborrecen aman la muerte.
PROVERBIOS 8:18-36 La Palabra (versión española) (BLP)
Me acompañan riquezas y honores, fortuna duradera y justicia. Mi fruto es mejor que oro de ley, mi cosecha es mejor que plata fina. Camino por sendas justas y voy por senderos rectos; así legaré mis bienes a los que me aman y los colmaré de riqueza. El Señor me creó al principio de mi actividad, antes de sus obras primeras; desde el comienzo del tiempo fui fundada, antes de los orígenes de la tierra. Aún no había océanos cuando fui engendrada, aún no existían manantiales ricos en agua; antes de que estuvieran formados los montes, antes que existieran las colinas fui engendrada. Aún no había creado la tierra y los campos, ni las primeras partículas del mundo. Yo estaba allí cuando colocaba los cielos, cuando extendía el firmamento sobre el océano; cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando fijaba las fuentes subterráneas; cuando imponía al mar sus límites para que las aguas no se desbordasen. Cuando echaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz; yo era su alegría cotidiana y jugaba en su presencia a todas horas; jugaba en su mundo habitado, compartiendo con los humanos mi alegría. Y ahora, hijos, escuchadme: felices quienes siguen mis caminos. Aceptad la corrección, no la rechacéis y seréis sabios. Felices aquellos que me escuchan velando a mis puertas cada día, vigilando los dinteles de mi entrada. Quien me encuentra, encuentra la vida y obtiene el favor del Señor. Mas quien me ofende, se daña a sí mismo; los que me odian, aman la muerte».
PROVERBIOS 8:18-36 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Doy riquezas y honra, grandes honores y prosperidad. Lo que yo doy es mejor que el oro más refinado; lo que ofrezco es mejor que la plata más fina. Yo voy por el camino recto, por las sendas de la justicia. A los que me aman les doy su parte: lleno sus casas de tesoros. “El Señor me creó al principio de su obra, antes de que comenzara a crearlo todo. Me formó en el principio del tiempo, antes de que creara la tierra. Me engendró antes de que existieran los grandes mares, antes de que brotaran los ríos y los manantiales. Antes de afirmar los cerros y los montes, el Señor ya me había engendrado; aún no había creado la tierra y sus campos, ni el polvo del que el mundo está formado. Cuando afirmó la bóveda del cielo sobre las aguas del gran mar, allí estaba yo. Cuando afirmó las nubes en el cielo y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando ordenó a las aguas del mar no salirse de sus límites; cuando puso las bases de la tierra, allí estaba yo, fielmente, a su lado. Yo era su constante fuente de alegría, y jugueteaba en su presencia a todas horas; jugueteaba en el mundo creado, ¡me sentía feliz por el género humano! “Y ahora, hijos míos, escuchadme; seguid mi ejemplo y seréis felices. Atended a la instrucción; no rechacéis la sabiduría. ¡Feliz aquel que me escucha y día tras día se mantiene vigilante a las puertas de mi casa! Porque hallarme a mí es hallar la vida y ganarse la buena voluntad del Señor, pero apartarse de mí es poner la vida en peligro. ¡Odiarme es amar la muerte!”
PROVERBIOS 8:18-36 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. »El SEÑOR me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! »Y ahora, hijos míos, escuchadme: dichosos los que van por mis caminos. Atended a mi instrucción, y sed sabios; no la descuidéis. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra halla la vida y recibe el favor del SEÑOR. Quien me rechaza se perjudica a sí mismo; quien me aborrece ama la muerte».