NÚMEROS 35:9-34
NÚMEROS 35:9-34 Reina Valera 2020 (RV2020)
El Señor dijo a Moisés: —Habla a los hijos de Israel: Cuando hayáis pasado al otro lado del Jordán hacia la tierra de Canaán, señalaréis ciudades, ciudades que os sirvan de refugio, donde huya el homicida que hiera a alguien de muerte, sin intención. Esas ciudades serán para refugiarse del vengador, y así no morirá el homicida antes de haber comparecido a juicio delante de la congregación. De las ciudades, pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio. Tres ciudades daréis a este lado del Jordán, y tres ciudades daréis en la tierra de Canaán, ellas serán ciudades de refugio. Estas seis ciudades serán de refugio para los hijos de Israel, para el extranjero y el que habite entre ellos, para que huya allá cualquiera que hiera de muerte a otro sin intención. Si con instrumento de hierro lo hiere y muere, es homicida: el homicida morirá. Si lo hiere con una piedra que puede causar la muerte, y muere, es homicida: el homicida morirá. Si lo hiere con un palo que puede causar la muerte, y muere, es homicida: el homicida morirá. El vengador del delito de sangre podrá matar al homicida tan pronto como lo encuentre. Si por odio lo empujó, o lanzó sobre él alguna cosa intencionalmente, y muere; o por enemistad lo hirió con sus manos, y murió, el que lo ha herido morirá: es un homicida. El vengador del delito de sangre matará al homicida cuando lo encuentre. Pero si lo empujó casualmente y sin enemistad, o lanzó sobre él cualquier instrumento sin mala intención, o bien, sin verlo, hizo caer sobre él alguna piedra capaz de matarlo, y muere, pero él no era su enemigo ni procuraba su mal, entonces la congregación juzgará entre el que causó la muerte y el vengador de la sangre conforme a estas leyes, y la congregación librará al homicida de manos del vengador del delito de sangre. La congregación lo hará volver a la ciudad de refugio en la que se había refugiado, y allí se quedará hasta que muera el sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo. Pero si el homicida sale fuera de los límites de la ciudad de refugio en la que recibió asilo, y el vengador del delito de sangre lo encuentra y lo mata, no se le culpará por ello, pues en su ciudad de refugio debería aquel habitar hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de que haya muerto el sumo sacerdote, el homicida volverá a la tierra de su posesión. Estas cosas serán una norma de derecho para vosotros y vuestros descendientes en todas los lugares donde habitéis. Cualquiera que dé muerte a alguien, según la declaración de los testigos morirá como homicida; pero un solo testigo no bastará para condenar a muerte a una persona. No aceptaréis rescate por la vida del homicida, porque está condenado a muerte: indefectiblemente morirá. Tampoco aceptaréis rescate por el que huyó a la ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra antes de que muera el sumo sacerdote. No contaminaréis la tierra donde viváis, porque esta sangre mancillará la tierra, y la tierra no puede ser purificada de la sangre derramada en ella si no es por la sangre del que la derramó. No contaminéis la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito, pues yo, el Señor, habito en medio de los hijos de Israel.
NÚMEROS 35:9-34 La Palabra (versión española) (BLP)
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: —Di a los israelitas: Cuando hayáis cruzado el Jordán y entrado en el país de Canaán, estableceréis unas ciudades que os sirvan como lugares de refugio, donde pueda encontrar asilo el homicida que haya matado a alguien sin intención. Estas ciudades os servirán como refugio frente al vengador de la sangre, para que no muera el homicida hasta que comparezca en juicio delante de la comunidad. Las ciudades que os reservaréis como ciudades de refugio serán seis: tres ciudades al otro lado del Jordán, y otras tres en el país de Canaán; ellas servirán como ciudades de refugio. Estas seis ciudades servirán de asilo al que haya matado a alguien sin intención de hacerlo, tanto si el homicida es israelita como si es extranjero o se encuentra de paso. Pero si alguien golpea a otro con un objeto de hierro y lo mata, se trata de un asesinato, y el asesino deberá morir ejecutado. Si lo golpea con un instrumento de piedra capaz de causar la muerte y, en efecto, el golpeado muere, se trata de un asesinato, y el asesino deberá morir ejecutado. De igual manera, si el objeto con que lo golpea es un instrumento de madera capaz de causar la muerte y el golpeado muere, se trata de un asesinato, y el asesino deberá morir ejecutado. El vengador de la sangre matará por sí mismo al asesino tan pronto como lo encuentre. Igualmente si lo empujó por odio, o lanzó a propósito contra él alguna cosa ocasionándole la muerte, o lo golpeó con su propia mano por enemistad y también le ocasionó la muerte, el agresor es un asesino y debe morir. El vengador de la sangre matará al asesino tan pronto como lo encuentre. Pero puede suceder que lo haya empujado casualmente y sin ánimo de hacer mal, o que haya lanzado sin querer algún objeto contra él, o bien que, sin haberlo visto, haya dejado caer sobre él algún objeto de piedra capaz de causar la muerte y, en efecto, lo mata sin que sea su enemigo ni tenga ánimo de hacerle daño; en tal caso, la comunidad juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre conforme a estas leyes, protegerá al homicida del vengador de la sangre y lo hará retornar a la ciudad de asilo, donde se había refugiado, permaneciendo allí hasta que muera el sumo sacerdote, que fue ungido con el aceite santo. Pero puede suceder que el homicida salga alguna vez fuera de los límites de su ciudad de refugio; si el vengador de la sangre, al encontrarlo fuera de los límites de su ciudad de refugio, da muerte al homicida, no comete ningún crimen. Porque el homicida debe permanecer en su ciudad de refugio hasta que muera el sumo sacerdote; después de la muerte del sumo sacerdote, el homicida podrá volver a la tierra donde tenía su heredad. Estas disposiciones constituirán normas de derecho para vosotros y todos vuestros descendientes dondequiera que habitéis. Si alguien mata a una persona, el homicida será ejecutado, pero solo ante la evidencia de varios testigos; el testimonio de una sola persona no será suficiente para condenar a muerte a alguien. No aceptarás compensación económica por la vida del homicida, pues está condenado a muerte, y debe morir sin remisión. Ni tampoco aceptarás compensación económica por el que huyó a su ciudad de refugio y quiere volver a residir en su tierra antes de que muera el sumo sacerdote. No contaminaréis la tierra en donde residís, porque la sangre contamina la tierra, y la tierra no puede ser purificada de la sangre derramada sobre ella, si no es por la sangre del que la derramó. No contaminéis, pues, la tierra donde residís y en medio de la cual yo habito; porque yo el Señor habito en medio de Israel.
NÚMEROS 35:9-34 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: “Diles esto a los israelitas: Cuando crucéis el río Jordán para entrar en Canaán, deberéis escoger algunas ciudades como ciudades de refugio, donde pueda buscar refugio la persona que sin intención haya matado a otra. Allí quedará a salvo del pariente del muerto que quiera vengarlo, y no morirá hasta que se haya presentado ante el pueblo para ser juzgado. De las ciudades dadas, seis serán para refugio: tres al oriente del Jordán y tres en Canaán. Estas seis ciudades serán ciudades de refugio, tanto para los israelitas como para los extranjeros que vivan o estén de paso entre vosotros. Allí podrá refugiarse todo el que sin intención haya matado a otra persona. “Si alguien hiere a otro con un objeto de hierro, y el herido muere, se trata de un asesinato, y el asesino será condenado a muerte. “Si alguien golpea a otro con una piedra que pueda causar la muerte, y el golpeado muere, se trata de un asesinato, y el asesino será condenado a muerte. “Si alguien golpea a otro con un palo que pueda causar la muerte, y el golpeado muere, se trata de un asesinato, y el asesino será condenado a muerte. El pariente más cercano del muerto se encargará de dar muerte al asesino cuando lo encuentre. “Si alguien empuja a otro por odio, o si le lanza algún objeto con malas intenciones, o si por enemistad le golpea con las manos, y el otro muere, el culpable será condenado a muerte porque es un asesino. El pariente más cercano del muerto se encargará de dar muerte al asesino cuando lo encuentre. “Pero si alguien empuja a otro accidentalmente, no por enemistad, o si le lanza algún objeto sin mala intención, o, sin fijarse, lanza una piedra que pueda causar la muerte, y la piedra le cae encima y lo mata no siendo ellos enemigos ni queriendo él hacerle daño, entonces el pueblo actuará como juez entre el que causó la muerte y el pariente que quiera vengar a la víctima, según estas reglas. El pueblo deberá proteger de la venganza del pariente al que causó la muerte, y hará que vuelva a la ciudad de refugio donde había buscado refugio. El homicida deberá quedarse allí hasta que muera el sumo sacerdote debidamente consagrado. Pero si sale del territorio de la ciudad de refugio, el pariente de la víctima no cometerá ningún crimen si lo encuentra fuera y lo mata. El homicida deberá quedarse en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después podrá volver a su tierra. “Estas disposiciones serán para vosotros una ley que pasará de padres a hijos, dondequiera que viváis. “Solo mediante el testimonio de varios testigos podrá ser condenado a muerte un asesino. Un solo testigo no basta para condenar a muerte a nadie. “No se podrá aceptar dinero como rescate por la vida de un asesino condenado a muerte; ese hombre debe morir. “No se podrá aceptar dinero por permitir que un asesino que haya buscado refugio en una de las ciudades señaladas pueda regresar a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. “No profanéis con asesinatos el país en el que vais a vivir, pues el asesinato profana el país, y no hay más rescate por un asesinato que la muerte del que lo cometió. “No profanéis la tierra en la que vais a vivir y en la que yo también viviré, pues yo, el Señor, vivo entre los israelitas.”
NÚMEROS 35:9-34 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El SEÑOR le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando crucéis el Jordán y entréis a Canaán, escoged ciudades de refugio adonde pueda huir quien inadvertidamente mate a alguien. Esa persona podrá huir a esas ciudades para protegerse del vengador. Así se evitará que se mate al homicida antes de ser juzgado por la comunidad. »Seis serán las ciudades que reservaréis como ciudades de refugio. Tres de ellas estarán en el lado este del Jordán y las otras tres, en Canaán. Estas seis ciudades les servirán de refugio a los israelitas y a los extranjeros, sean estos inmigrantes o residentes. Cualquiera que inadvertidamente dé muerte a alguien podrá refugiarse en estas ciudades. »Si alguien golpea a una persona con un objeto de hierro, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. »Si alguien golpea a una persona con una piedra, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. »Si alguien golpea a una persona con un pedazo de madera, y esa persona muere, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Corresponderá al vengador matar al asesino. Cuando lo encuentre, lo matará. »Si alguien mata a una persona por haberla empujado con malas intenciones, o por haberle lanzado algo intencionalmente, o por haberle dado un puñetazo por enemistad, el agresor es un asesino y será condenado a muerte. Cuando el vengador lo encuentre, lo matará. »Pero podría ocurrir que alguien sin querer empuje a una persona, o que sin mala intención le lance algún objeto, o que sin darse cuenta le deje caer una piedra, y que esa persona muera. Como en este caso ellos no eran enemigos, ni hubo intención de hacer daño, será la comunidad la que, de acuerdo con estas leyes, deberá arbitrar entre el acusado y el vengador. La comunidad deberá proteger del vengador al acusado, dejando que el acusado regrese a la ciudad de refugio adonde huyó, y que se quede allí hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite sagrado. »Pero, si el acusado sale de los límites de la ciudad de refugio adonde huyó, el vengador podrá matarlo, y no será culpable de homicidio si lo encuentra fuera de la ciudad. Así que el acusado debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de eso podrá volver a su heredad. »Esta ley regirá siempre sobre todos tus descendientes, dondequiera que viváis. »Solo por el testimonio de varios testigos se le podrá dar muerte a una persona acusada de homicidio. Nadie podrá ser condenado a muerte por el testimonio de un solo testigo. »No aceptarás rescate por la vida de un asesino condenado a muerte. Tendrá que morir. »Tampoco aceptarás rescate para permitir que el refugiado regrese a vivir a su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. »No profanes la tierra que habitas. El derramamiento de sangre contamina la tierra, y solo con la sangre de aquel que la derramó es posible hacer expiación en favor de la tierra. »No profanes la tierra donde vives, y donde yo también vivo, porque yo, el SEÑOR, habito entre los israelitas».