MARCOS 7:24-37
MARCOS 7:24-37 Reina Valera 2020 (RV2020)
Partiendo de allí se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entró en una casa. Deseaba que nadie advirtiera su presencia, mas no pudo pasar desapercibido: una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, inmediatamente después de haber oído hablar de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, sirofenicia de origen, y le rogó que echara fuera de su hija al demonio. Jesús le dijo: —Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Ella respondió: —Sí, Señor, pero los perrillos también comen debajo de la mesa las migajas de los hijos. Entonces Jesús replicó: —En virtud de lo que manifiestan tus palabras, el demonio ha salido de tu hija. Vete. La mujer se marchó a su casa y halló a la hija acostada en la cama. El demonio había salido de ella. Volvió a salir de la región de Tiro y de Sidón y vino hacia el mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. Estando allí, le trajeron a un hombre sordo y mudo y le rogaron que le impusiera la mano. Jesús, tomándole aparte de la gente y en privado, le metió los dedos en los oídos, escupió y con la saliva tocó su lengua. Luego, levantando los ojos al cielo gimió y le dijo: —¡Éfata! (que significa «sé abierto»). Al momento sus oídos se abrieron, se desató la ligadura de su lengua y hablaba sin dificultad. Jesús ordenó a los presentes que no lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo pedía tanto más lo divulgaban. Y en gran manera se admiraban y decían: —Bien lo ha hecho todo. Hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
MARCOS 7:24-37 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido. De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies. Esta mujer era extranjera, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija. ―Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. ―Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos. Jesús le dijo: ―Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija. Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella. Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decápolis. Allí le llevaron un sordo tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él. Jesús lo apartó de la multitud para estar a solas con él, le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: « ¡Efatá! » (que significa: ¡Ábrete!). Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, tanto más lo seguían propagando. La gente estaba sumamente asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
MARCOS 7:24-37 La Palabra (versión española) (BLP)
Jesús se fue de aquel lugar y se trasladó a la región de Tiro. Entró en una casa, y quería pasar inadvertido, pero no pudo ocultarse. Una mujer, cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, supo muy pronto que Jesús estaba allí y vino a arrodillarse a sus pies. La mujer era griega, de origen sirofenicio, y rogaba a Jesús que expulsara al demonio que atormentaba a su hija. Jesús le contestó: —Deja primero que los hijos se sacien, pues no está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros. Ella le respondió: —Es cierto, Señor; pero también es cierto que los perros que están debajo de la mesa comen las migajas que se les caen a los hijos. Jesús, entonces, le dijo: —Por eso que has dicho puedes irte, pues el demonio ya ha salido de tu hija. La mujer regresó a su casa y encontró a su hija acostada en la cama y libre del demonio. Jesús salió de nuevo de la región de Tiro y, pasando por Sidón, se dirigió al lago de Galilea a través del territorio de la Decápolis. Estando allí, le llevaron un hombre que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él. Jesús se llevó al hombre aparte de la gente y, cuando ya estaban solos, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, mirando al cielo, suspiró y exclamó: —¡Effata! (que significa «¡Ábrete!»). Al punto se abrieron los oídos del sordo, se le desató la lengua y pudo hablar correctamente. Jesús mandó a los presentes que no contaran a nadie lo sucedido; pero cuanto más se lo mandaba, más lo divulgaban. Y la gente decía llena de asombro: —Este lo ha hecho todo bien: hace que los sordos oigan y que los mudos hablen.
MARCOS 7:24-37 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
De allí pasó Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa sin querer que se supiera, pero no pudo ocultarlo. Pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro; y fue y se arrodilló a los pies de Jesús. Era una mujer extranjera, de nacionalidad sirofenicia. Fue, pues, y rogó a Jesús que expulsara de su hija al demonio; pero Jesús le dijo: –Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitar el pan a los hijos y dárselo a los perros. –Sí, Señor –respondió ella–, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos. Jesús le dijo: –Bien has hablado. Puedes irte: el demonio ya ha salido de tu hija. Cuando la mujer llegó a su casa encontró a la niña en la cama; el demonio ya había salido de ella. Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: –¡Efatá! (es decir, “¡Ábrete!”). Al momento se abrieron los oídos del sordo, su lengua quedó libre de trabas y hablaba correctamente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban ellos. Llenos de asombro, decían: –Todo lo hace bien. ¡Hasta hace oir a los sordos y hablar a los mudos!