MARCOS 7:1-23
MARCOS 7:1-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén y viendo que algunos de los discípulos comían pan con manos impuras, esto es, sin lavar, los condenaban, porque los fariseos y todos los judíos mantienen la tradición de los ancianos y no comen si no se lavan muchas veces las manos. Así, cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y se empeñan en conservar otras muchas tradiciones, tales como lavar los vasos de beber, los jarros, los utensilios de metal y las camas. Siendo así, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: —¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras? Él les respondió: —¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Y en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos humanos. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición humana: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: —¡Qué bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición! Moisés dice: Honra a tu padre y a tu madre y El que maldiga al padre o a la madre, morirá irremisiblemente , pero vosotros afirmáis que le es suficiente a la persona decir a su padre y a su madre que toda la ayuda que pudiera prestarles es Corbán, o sea, ofrenda a Dios. Así que no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición vuestra que transmitís. Y hacéis muchas cosas semejantes a estas. Y llamando a la multitud les dijo: —Oídme todos y entended: Nada hay fuera de la persona que al entrar en ella la pueda contaminar; más bien lo que sale del interior de la persona es lo que contamina a la persona. Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Él les dijo: —¿También vosotros carecéis de entendimiento? ¿No comprendéis que nada de fuera que entra en la persona la puede contaminar, porque no entra en el corazón sino en el vientre y termina en la letrina? Diciendo esto, Jesús declaraba limpios todos los alimentos. Enseñaba, pues, que aquello que sale de la persona contamina a la persona, porque de dentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al ser.
MARCOS 7:1-23 La Palabra (versión española) (BLP)
Se acercaron a Jesús los fariseos y unos maestros de la ley llegados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, esto es, sin habérselas lavado. (Porque los fariseos y demás judíos, siguiendo la tradición de sus antepasados, no comen sin antes haberse lavado las manos cuidadosamente. Así, cuando vuelven del mercado, no comen si antes no se lavan. Y guardan también otras muchas costumbres rituales, tales como lavar las copas, las ollas, las vasijas metálicas y hasta las camas). Preguntaron, pues, a Jesús aquellos fariseos y maestros de la ley: —¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué se ponen a comer con las manos impuras? Jesús les contestó: —¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías acerca de vosotros cuando escribió: Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está muy lejos de mí. Inútilmente me rinden culto, pues enseñan doctrinas que solo son preceptos humanos. Vosotros os apartáis de los mandatos de Dios por seguir las tradiciones humanas. Y añadió: —Así que, por mantener vuestras propias tradiciones, os despreocupáis completamente de lo que Dios ha mandado. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. En cambio, vosotros afirmáis que si alguno dice a su padre o a su madre: «Lo que tenía reservado para ayudarte, lo he convertido en corbán, es decir, en ofrenda para el Templo», queda liberado de la obligación de prestarles ayuda. De este modo, con esas tradiciones vuestras que os pasáis de unos a otros, anuláis lo que Dios había dispuesto. Además, hacéis otras muchas cosas parecidas a estas. Y recabando de nuevo la atención de la gente, les dijo: —Oídme todos y entended esto: Nada externo al ser humano puede hacerlo impuro. Lo que realmente hace impuro a uno es lo que sale del corazón. [ Quien pueda entender esto, que lo entienda]. Luego, cuando Jesús se apartó de la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron por el significado de lo que había dicho. Él les contestó: —¿Así que tampoco vosotros sois capaces de entenderlo? ¿No comprendéis que nada de lo que entra de afuera en el ser humano puede hacerlo impuro, porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y va a parar a la letrina? Con esto, Jesús declaraba limpios todos los alimentos. Y añadió: —Lo que sale del interior, eso es lo que hace impura a una persona; porque del fondo del corazón humano proceden las malas intenciones, las inmoralidades sexuales, los robos, los asesinatos, los adulterios, la avaricia, la maldad, la falsedad, el desenfreno, la envidia, la blasfemia, el orgullo y la estupidez. Todas estas son las maldades que salen de adentro y hacen impura a una persona.
MARCOS 7:1-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Se acercaron los fariseos a Jesús, junto con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Y al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con el rito de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos –y todos los judíos– siguen la tradición de sus antepasados de no comer sin antes lavarse cuidadosamente las manos. Y al volver del mercado, no comen sin antes cumplir con el rito de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús: –¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué comen con las manos impuras? Jesús les contestó: –Bien habló el profeta Isaías de lo hipócritas que sois, cuando escribió: ‘Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto, pues sus enseñanzas son mandatos de hombres.’ Porque vosotros os apartáis del mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres. También les dijo: –Vosotros, para mantener vuestras propias tradiciones, pasáis por alto el mandato de Dios. Pues Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’ y ‘El que maldiga a su padre o a su madre, será condenado a muerte.’ Pero vosotros afirmáis que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: ‘No puedo socorrerte, porque todo lo que tengo es corbán’ (es decir, “ofrecido a Dios”); y también afirmáis que ese hombre ya no está obligado a socorrer a su padre o a su madre. De esa manera invalidáis el mandato de Dios con tradiciones que os trasmitís unos a otros. Y hacéis otras muchas cosas parecidas. Luego Jesús llamó a la gente y dijo: –Escuchadme todos y entended: Nada de lo que entra de fuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que le hace impuro. Cuando Jesús dejó a la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre esta enseñanza. Él les dijo: –¿Así que vosotros tampoco lo entendéis? ¿No comprendéis que ninguna cosa que entra de fuera puede hacer impuro al hombre? Porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y después sale del cuerpo. Con esto quiso decir que todos los alimentos son puros, y añadió: –Lo que sale del hombre, eso sí le hace impuro. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre.