MARCOS 2:13-22
MARCOS 2:13-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús volvió después a la orilla del mar y toda la gente venía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de recaudación de los impuestos públicos, y le dijo: —Sígueme. Se levantó y le siguió. Estaba Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, y aconteció que junto a él y sus discípulos se sentaron también numerosos recaudadores de impuestos y pecadores, porque eran muchos los que le habían seguido. Los escribas y los fariseos, al verle comer con los recaudadores de impuestos y con los pecadores, preguntaron a los discípulos: —¿Qué es esto de comer y beber con los recaudadores de impuestos y pecadores? Al oírlo, Jesús les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. En cierta ocasión en que los discípulos de Juan y los de los fariseos estaban practicando el ayuno, se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y tus discípulos no? Jesús respondió: —¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda mientras está con ellos el novio? Mientras tienen consigo al novio no pueden ayunar. Vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces sí, en aquellos días, ayunarán. Nadie remienda con paño nuevo un vestido viejo, porque el mismo remiendo nuevo tira de la tela vieja y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos porque el vino nuevo rompe los odres, el vino se derrama y los odres se pierden. El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.
MARCOS 2:13-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Jesús volvió a la orilla del lago, y toda la gente acudía a él para recibir sus enseñanzas. Al pasar, vio a Leví, el hijo de Alfeo, que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos, y le dijo: —Sígueme. Leví se levantó y lo siguió. Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y gente de mala reputación se sentaron también con él y sus discípulos, porque eran muchos los que seguían a Jesús. Pero algunos maestros de la ley pertenecientes al partido de los fariseos, al ver que comía con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación, preguntaron a los discípulos: —¿Por qué se sienta a comer con esa clase de gente? Jesús lo oyó y les dijo: —No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores. En cierta ocasión los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos estaban guardando un ayuno, y algunos de ellos se acercaron a Jesús para preguntarle: —¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: —¿Pueden acaso ayunar los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? En tanto tengan a su lado al novio, no tienen por qué ayunar. Ya llegará el momento en que les faltará el novio; entonces ayunarán. Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva, porque la tela nueva tira de la vieja, y el roto se hace mayor. Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo rompe los odres, y se pierden al mismo tiempo los odres y el vino. A vino nuevo, odres nuevos.
MARCOS 2:13-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después fue Jesús otra vez a la orilla del lago. La gente se acercaba a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: –Sígueme. Leví se levantó y le siguió. Sucedió que Jesús estaba comiendo en casa de Leví, y muchos cobradores de impuestos y otra gente de mala fama estaban también sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Unos maestros de la ley pertenecientes al partido fariseo, al ver que Jesús comía con todos ellos, preguntaron a los discípulos: –¿Cómo es que vuestro Maestro come con los cobradores de impuestos y con los pecadores? Jesús los oyó y les dijo: –No necesitan médico los que gozan de buena salud, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. En una ocasión estaban ayunando los seguidores de Juan el Bautista y los de los fariseos. Algunas personas fueron a Jesús y le preguntaron: –Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan: ¿por qué no ayunan tus discípulos? Jesús les contestó: –¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Mientras está presente el novio, no pueden ayunar. Pero vendrá el momento en que se lleven al novio; entonces, cuando llegue ese día, ayunarán. “Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que revienten los odres y que se pierdan tanto el vino como los odres. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos.”
MARCOS 2:13-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
De nuevo salió Jesús a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví hijo de Alfeo, donde este cobraba impuestos. ―Sígueme —le dijo Jesús. Y Leví se levantó y lo siguió. Sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores se sentaron con él y sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían. Cuando los maestros de la ley que eran fariseos vieron con quién comía, les preguntaron a sus discípulos: ―¿Y este come con recaudadores de impuestos y con pecadores? Al oírlos, Jesús les contestó: ―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Al ver que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, algunos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ―¿Cómo es que los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, pero los tuyos, no? Jesús les contestó: ―¿Acaso pueden ayunar los invitados del novio mientras él está con ellos? No pueden hacerlo mientras lo tienen con ellos. Pero llegará el día en que se les quitará el novio, y ese día sí ayunarán. Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva. De hacerlo así, el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor. Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se echarán a perder tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos.