MARCOS 15:38-47
MARCOS 15:38-47 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, al ver que había expirado clamando así, dijo: —Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios. También había algunas mujeres mirando de lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé. Estas mujeres eran quienes, cuando Jesús estaba aún en Galilea, le seguían y le servían. También había otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. Era el día de la preparación, es decir, la víspera del sábado y, cuando llegó la noche, José de Arimatea, miembro noble del Concilio y que, a su vez, esperaba el reino de Dios, se presentó con todo atrevimiento ante Pilato para pedir el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión para preguntarle si, efectivamente, estaba muerto. Confirmado el hecho por el centurión, Pilato dio el cuerpo a José. Después de bajarlo de la cruz, José, que había comprado una sábana de lino, lo envolvió en ella y lo puso en un sepulcro excavado en una roca e hizo rodar una piedra para cerrar la entrada. María Magdalena y María la madre de José miraban dónde se ponía el cuerpo.
MARCOS 15:38-47 La Palabra (versión española) (BLP)
Entonces la cortina del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El comandante de la guardia, que estaba frente a Jesús, al ver cómo había muerto, dijo: —¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios! Había también algunas mujeres contemplándolo todo desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé; eran las que, cuando Jesús estaba en Galilea, lo habían seguido y atendido. Y había también otras muchas que habían venido con él a Jerusalén. Ya al atardecer, como era el día de la preparación, esto es, la víspera del sábado, José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, que esperaba también el reino de Dios, se presentó valerosamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, extrañado de que ya hubiera muerto, mandó llamar al comandante de la guardia para preguntarle si, en efecto, había muerto ya. Debidamente informado por el comandante, Pilato mandó entregar el cuerpo a José. Este lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana que había comprado y lo puso en un sepulcro excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José miraban dónde lo ponía.
MARCOS 15:38-47 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba frente a Jesús, al ver que había muerto, dijo: –¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! También había algunas mujeres mirando de lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y le habían ayudado cuando estaba en Galilea. También se encontraban allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén. Cuando anochecía el día de la preparación, es decir, la víspera del sábado, José, natural de Arimatea y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión para preguntarle cuánto hacía que había muerto. Cuando el centurión le hubo informado, Pilato entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo y lo envolvió en una sábana de lino que había comprado. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca, y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José miraban dónde lo ponían.
MARCOS 15:38-47 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión, que estaba frente a Jesús, al oír el grito y ver cómo murió, dijo: ―¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios! Algunas mujeres miraban desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé. Estas mujeres lo habían seguido y atendido cuando estaba en Galilea. Además había allí muchas otras que habían subido con él a Jerusalén. Era el día de preparación (es decir, la víspera del sábado). Así que al atardecer, José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, y que también esperaba el reino de Dios, se atrevió a presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había comprado y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron.