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MARCOS 14:53-65

MARCOS 14:53-65 Reina Valera 2020 (RV2020)

Trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote y se juntaron a él todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los guardias calentándose al fuego. Los principales sacerdotes y todo el Concilio buscaban testimonio contra Jesús para entregarlo a la muerte, mas no lo hallaban, porque muchos testificaban contra él en falso y sus testimonios no concordaban. Algunos se levantaron y dieron falso testimonio contra él con estas palabras: —Nosotros le hemos oído decir: «Yo derribaré este templo hecho por manos humanas y en tres días edificaré otro que no es obra de manos de hombre». Pero ni aun así concordaban en el testimonio. Entonces el sumo sacerdote, levantándose, preguntó a Jesús: —¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Pero él callaba y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: —¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús le dijo: —Yo soy. Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: —¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Y todos ellos le condenaron y le consideraron reo de muerte. Entonces algunos comenzaron a escupirle y cubriéndole el rostro le daban puñetazos y le decían: —Profetiza. También los guardias le abofeteaban.

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MARCOS 14:53-65 La Palabra (versión española) (BLP)

Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote; y se reunieron también todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, se sentó con los criados a calentarse junto al fuego. Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo andaban buscando un testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte; pero no lo encontraban porque, aunque muchos testificaban falsamente contra él, sus testimonios no concordaban. Algunos se levantaron y testificaron en falso contra Jesús, diciendo: —Nosotros lo hemos oído afirmar: «Yo derribaré este Templo obra de manos humanas y en tres días construiré otro que no será obra humana». Pero ni aun así conseguían hacer coincidir los testimonios. Poniéndose, entonces, de pie en medio de todos, el sumo sacerdote preguntó a Jesús: —¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti? Pero Jesús permaneció en silencio, sin contestar ni una palabra. El sumo sacerdote insistió preguntándole: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? Jesús respondió: —Sí, lo soy. Y vosotros veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo. Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y exclamó: —¿Para qué necesitamos más testimonios? ¡Ya habéis oído su blasfemia! ¿Qué os parece? Todos juzgaron que merecía la muerte. Algunos se pusieron a escupirlo y, tapándole la cara, lo golpeaban y le decían: —¡A ver si adivinas! Y también los criados le daban bofetadas.

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MARCOS 14:53-65 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Condujeron entonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. Pedro, que le había seguido de lejos hasta el interior del patio de la casa del sumo sacerdote, se quedó sentado con los guardias del templo, calentándose junto al fuego. Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema andaban buscando alguna prueba para condenar a muerte a Jesús, pero no la encontraban. Porque, aunque muchos presentaban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a otros. Algunos se levantaron y le acusaron falsamente diciendo: –Nosotros le hemos oído decir: ‘Yo voy a destruir este templo construido por los hombres, y en tres días levantaré otro no construido por los hombres.’ Pero ni aun así estaban de acuerdo en lo que decían. Entonces el sumo sacerdote se levantó en medio de todos y preguntó a Jesús: –¿No respondes nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti? Pero Jesús permaneció callado, sin responder nada. El sumo sacerdote volvió a preguntarle: –¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito? Jesús le dijo: –Sí, yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación y dijo: –¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Vosotros le habéis oído decir palabras ofensivas contra Dios. ¿Qué os parece? Todos estuvieron de acuerdo en que era culpable y debía morir. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole los ojos y golpeándole, le decían: –¡Adivina quién te ha pegado! También los guardias del templo le daban bofetadas.

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MARCOS 14:53-65 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y se reunieron allí todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias, y se calentaba junto al fuego. Los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban alguna prueba contra Jesús para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban. Muchos testificaban falsamente contra él, pero sus declaraciones no coincidían. Entonces unos decidieron dar este falso testimonio contra él: ―Nosotros le oímos decir: “Destruiré este templo hecho por hombres y en tres días construiré otro, no hecho por hombres”. Pero ni aun así concordaban sus declaraciones. Poniéndose de pie en medio, el sumo sacerdote interrogó a Jesús: ―¿No tienes nada que contestar? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra? Pero Jesús se quedó callado y no contestó nada. ―¿Eres el Cristo, el Hijo del Bendito? —le preguntó de nuevo el sumo sacerdote. ―Sí, yo soy —dijo Jesús—. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo. ―¿Para qué necesitamos más testigos? —dijo el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¡Habéis oído la blasfemia! ¿Qué os parece? Todos ellos lo condenaron como digno de muerte. Algunos comenzaron a escupirle; le vendaron los ojos y le daban puñetazos. ―¡Profetiza! —le gritaban. Los guardias también le daban bofetadas.

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