Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

MARCOS 12:1-27

MARCOS 12:1-27 La Palabra (versión española) (BLP)

Jesús les contó entonces esta parábola: —Un hombre plantó una viña, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. En el tiempo oportuno envió un criado para percibir de los labradores la parte correspondiente del fruto de la viña. Pero ellos le echaron mano al criado, lo golpearon y lo mandaron de vuelta con las manos vacías. Volvió a enviarles otro criado, y ellos lo hirieron en la cabeza y lo llenaron de injurias. Luego mandó a otro, y a este lo asesinaron. Y lo mismo hicieron con otros muchos; a unos los hirieron y a otros los mataron. Cuando al amo ya únicamente le quedaba su hijo querido, lo envió por último a los viñadores pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: «Este es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra». Y, echándole mano, lo asesinaron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Llegará, hará perecer a esos labradores y dará la viña a otros. ¿No habéis leído este pasaje de las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor, y nos resulta verdaderamente maravilloso? Sus adversarios comprendieron que Jesús se había referido a ellos con esta parábola. Por eso trataban de apresarlo, aunque finalmente desistieron y se marcharon, porque temían a la gente. Los fariseos y los del partido de Herodes enviaron algunos de los suyos con el encargo de sorprender a Jesús en alguna palabra comprometedora. Vinieron, pues, y le preguntaron: —Maestro, sabemos que tú eres sincero y que no te preocupa el qué dirán, pues no juzgas a la gente por las apariencias, sino que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere; así pues, ¿estamos o no estamos obligados a pagar el tributo al emperador romano? ¿Tenemos o no tenemos que dárselo? Jesús, conociendo la hipocresía que había en ellos, les contestó: —¿Por qué me ponéis trampas? Traedme un denario para que yo lo vea. Ellos se lo presentaron y Jesús les preguntó: —¿De quién es esta efigie y esta inscripción? Le contestaron: —Del César. Entonces Jesús les dijo: —Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Con esta respuesta quedaron estupefactos. Después de esto vinieron unos saduceos que, como dicen que no hay resurrección, hicieron a Jesús esta pregunta: —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere y deja esposa, pero no hijos, el hermano mayor superviviente deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien, hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos se casó, pero murió sin haber tenido descendencia. Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, y con los siete: ninguno tuvo descendencia de aquella mujer, que fue la última de todos en morir. Así, pues, en la resurrección, cuando todos resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa, si los siete estuvieron casados con ella? Jesús les dijo: —Estáis en esto muy equivocados al no conocer las Escrituras ni tener idea del poder de Dios. En la resurrección ya no habrá matrimonios, sino que todos serán como los ángeles que están en los cielos. En cuanto a que los muertos han de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos. ¡Estáis muy equivocados!

Compartir
Lee MARCOS 12

MARCOS 12:1-27 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: “Un hombre plantó una viña, le puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo mandó un criado a pedir a los labradores la parte de cosecha que le correspondía. Pero ellos le echaron mano, le golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño mandó otro criado, pero a este lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó otro, y a este lo mataron. Después mandó otros muchos, pero a unos los golpearon y a otros los mataron. “Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho. A él lo mandó el último, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ Pero los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y la viña será nuestra.’ Así que lo cogieron, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. “¿Qué hará el dueño de la viña? Pues irá, matará a aquellos labradores y dará la viña a otros. “¿No habéis leído lo que dicen las Escrituras?: ‘La piedra que despreciaron los constructores es ahora la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor y nosotros estamos maravillados.’ ” Quisieron entonces apresar a Jesús, porque sabían que la parábola iba contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, le dejaron y se fueron. Enviaron a Jesús a unos de los fariseos y del partido de Herodes, para sorprenderle en alguna palabra y acusarle. Estos fueron y le dijeron: –Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. Tú enseñas a vivir como Dios ordena. ¿Estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos? Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo: –¿Por qué me tendéis trampas? Traedme un denario, que lo vea. Se lo llevaron y Jesús les dijo: –¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito? Le contestaron: –Del césar. Entonces Jesús les dijo: –Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios. Esta respuesta los dejó admirados. Entonces algunos saduceos acudieron a ver a Jesús. Los saduceos niegan la resurrección de los muertos y por eso le plantearon este caso: –Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para dar hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo le pasó al tercero y así hasta los siete, ninguno de los cuales dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. Pues bien, en la resurrección, cuando resuciten, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella? Jesús les contestó: –Estáis equivocados porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés el pasaje de la zarza ardiendo cuando Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob?’ ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos! Así que estáis muy equivocados.

Compartir
Lee MARCOS 12

MARCOS 12:1-27 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces comenzó Jesús a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. Llegada la cosecha, mandó un siervo a los labradores para recibir de ellos una parte del fruto. Pero ellos lo agarraron, lo golpearon y lo despidieron con las manos vacías. Entonces les mandó otro siervo; a este le rompieron la cabeza y lo humillaron. Mandó a otro, y a este lo mataron. Mandó a otros muchos; a unos los golpearon; a otros los mataron. »Le quedaba todavía uno, su hijo amado. Por último, lo mandó a él, pensando: “¡A mi hijo sí que lo respetarán!” Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra”. Así que le echaron mano y lo mataron, y lo arrojaron fuera del viñedo. »¿Qué hará el dueño? Volverá, acabará con los labradores, y dará el viñedo a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”?» Cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron. Luego enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos para tenderle una trampa con sus mismas palabras. Al llegar le dijeron: ―Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no? ¿Debemos pagar o no? Pero Jesús, sabiendo que fingían, les replicó: ―¿Por qué me tendéis trampas? Traedme una moneda romana para verla. Le llevaron la moneda, y él les preguntó: ―¿De quién son esta imagen y esta inscripción? ―Del césar —contestaron. ―Dadle, pues, al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios. Y se quedaron admirados de él. Entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, fueron a verlo y le plantearon un problema: ―Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que, si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con la viuda, pero también murió sin dejar descendencia. Lo mismo le pasó al tercero. En fin, ninguno de los siete dejó descendencia. Por último, murió también la mujer. Cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella? ―¿Acaso no andáis desencaminados? —les replicó Jesús—. ¡Es que desconocéis las Escrituras y el poder de Dios! Cuando resuciten los muertos, no se casarán ni serán dados en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Pero, en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza, cómo Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? Él no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡Andáis muy desencaminados!

Compartir
Lee MARCOS 12