MATEO 9:1-13
MATEO 9:1-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces entró Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas se decían entre sí: «Este blasfema». Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir «Los pecados te son perdonados» o «Levántate y anda»? Pues sabed que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados. Y entonces dijo al paralítico: —Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Él se levantó y se fue a su casa. La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los seres humanos. Cuando salió Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en el banco de recaudación de impuestos, y le dijo: —Sígueme. Él se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa de Mateo llegaron muchos recaudadores de impuestos y pecadores y se sentaron juntamente con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: —¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio , porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
MATEO 9:1-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto, Jesús subió a una barca, pasó al otro lado del lago y llegó a su propio pueblo. Allí le llevaron un paralítico acostado en una camilla; y al ver Jesús la fe de aquella gente, dijo al enfermo: –Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados. Algunos maestros de la ley pensaron: “Lo que este dice es una ofensa contra Dios.” Pero como Jesús sabía lo que estaban pensando, les preguntó: –¿Por qué tenéis tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados. Entonces dijo al paralítico: –Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El paralítico se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente tuvo miedo y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres. Al salir Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: –Sígueme. Mateo se levantó y le siguió. Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos cobradores de impuestos, y otra gente de mala fama, llegaron y se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: –¿Cómo es que vuestro maestro come con los cobradores de impuestos y los pecadores? Jesús los oyó y les dijo: –Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios.’ Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
MATEO 9:1-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces entró Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas se decían entre sí: «Este blasfema». Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo: —¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir «Los pecados te son perdonados» o «Levántate y anda»? Pues sabed que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados. Y entonces dijo al paralítico: —Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Él se levantó y se fue a su casa. La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los seres humanos. Cuando salió Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en el banco de recaudación de impuestos, y le dijo: —Sígueme. Él se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa de Mateo llegaron muchos recaudadores de impuestos y pecadores y se sentaron juntamente con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: —¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: —Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio , porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
MATEO 9:1-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Después de esto, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y se dirigió a la ciudad donde vivía. Allí le llevaron un paralítico echado en una camilla. Viendo Jesús la fe de los que lo llevaban, dijo al paralítico: —Ánimo, hijo. Tus pecados quedan perdonados. Entonces algunos maestros de la ley se dijeron: «Este blasfema». Pero Jesús, que leía sus pensamientos, les dijo: —¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil? ¿Decir: «Tus pecados quedan perdonados», o decir: «Levántate y anda»? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene autoridad en este mundo para perdonar pecados. Se volvió entonces al paralítico y le dijo: —Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa. Y él se levantó y se fue a su casa. Los que estaban allí presentes quedaron sobrecogidos al ver esto, y alabaron a Dios, porque había dado tal autoridad a los humanos. Jesús continuó su camino. Al pasar vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en su puesto de recaudación de impuestos, y le dijo: —Sígueme. Mateo se levantó y lo siguió. Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo, acudieron muchos recaudadores de impuestos y gente de mala reputación, que se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: —¿Cómo es que vuestro Maestro se sienta a comer con esa clase de gente? Jesús lo oyó y les dijo: —No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores.
MATEO 9:1-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto, Jesús subió a una barca, pasó al otro lado del lago y llegó a su propio pueblo. Allí le llevaron un paralítico acostado en una camilla; y al ver Jesús la fe de aquella gente, dijo al enfermo: –Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados. Algunos maestros de la ley pensaron: “Lo que este dice es una ofensa contra Dios.” Pero como Jesús sabía lo que estaban pensando, les preguntó: –¿Por qué tenéis tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados. Entonces dijo al paralítico: –Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El paralítico se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente tuvo miedo y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres. Al salir Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: –Sígueme. Mateo se levantó y le siguió. Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos cobradores de impuestos, y otra gente de mala fama, llegaron y se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: –¿Cómo es que vuestro maestro come con los cobradores de impuestos y los pecadores? Jesús los oyó y les dijo: –Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios.’ Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
MATEO 9:1-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Subió Jesús a una barca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo. Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!» Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: ―¿Por qué dais lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y el hombre se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud se llenó de temor y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales. Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a sus discípulos: ―¿Por qué come vuestro maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores? Al oír esto, Jesús les contestó: ―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero id y aprended qué significa esto: “Lo que quiero es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.