MATEO 27:1-4
MATEO 27:1-4 La Palabra (versión española) (BLP)
Al amanecer el nuevo día, los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron el acuerdo de matar a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entre tanto, Judas, el que lo había entregado, al ver que habían condenado a Jesús, se llenó de remordimientos y fue a devolver las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos diciendo: —¡He pecado entregando a un inocente! Ellos le contestaron: —Eso es asunto tuyo y no nuestro.
MATEO 27:1-4 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo acordaron en consejo dar muerte a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, y les dijo: —Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos contestaron: —¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!
MATEO 27:1-4 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se pusieron de acuerdo para matar a Jesús. Lo condujeron atado y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano. Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que le habían condenado, tuvo remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, diciéndoles: –He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Pero ellos le contestaron: –¿Y qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya!
MATEO 27:1-4 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. Lo ataron, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. ―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!