MATEO 27:1-10
MATEO 27:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo acordaron en consejo dar muerte a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, y les dijo: —Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos contestaron: —¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Judas, entonces, arrojó las piezas de plata en el templo, salió y se ahorcó. Los principales sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: —No está permitido echarlas en el tesoro de las ofrendas porque este dinero está manchado de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero para sepultura de los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy «Campo de sangre». Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías cuando dijo: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio de aquel a quien tasaron los hijos de Israel, y compraron con ellas el campo del alfarero, tal como me ordenó el Señor.
MATEO 27:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Al amanecer el nuevo día, los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron el acuerdo de matar a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entre tanto, Judas, el que lo había entregado, al ver que habían condenado a Jesús, se llenó de remordimientos y fue a devolver las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos diciendo: —¡He pecado entregando a un inocente! Ellos le contestaron: —Eso es asunto tuyo y no nuestro. Judas arrojó entonces el dinero en el Templo. Luego fue y se ahorcó. Los jefes de los sacerdotes recogieron aquellas monedas y dijeron: —Este dinero está manchado de sangre. No podemos ponerlo en el cofre de las ofrendas. Así que acordaron emplearlo para comprar un terreno conocido como el Campo del Alfarero y destinarlo a cementerio de extranjeros. Por esta razón, aquel campo recibió el nombre de Campo de Sangre, que es el que ha conservado hasta el día de hoy. Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio de aquel a quien tasaron los israelitas, y compraron con ellas el campo del alfarero, de acuerdo con lo que el Señor me había ordenado.
MATEO 27:1-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se pusieron de acuerdo para matar a Jesús. Lo condujeron atado y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano. Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que le habían condenado, tuvo remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, diciéndoles: –He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Pero ellos le contestaron: –¿Y qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya! Entonces Judas arrojó las monedas en el templo, y fue y se ahorcó. Los jefes de los sacerdotes recogieron aquel dinero y dijeron: –Este dinero está manchado de sangre. No podemos ponerlo en el tesoro del templo. Así que tomaron el acuerdo de comprar con él un terreno llamado “Campo del Alfarero”, y destinarlo a cementerio para extranjeros. Por eso, aquel terreno se sigue llamando hasta el día de hoy “Campo de Sangre”. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: “Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto, y con ellas compraron el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.”
MATEO 27:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús. Lo ataron, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. ―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú! Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó. Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre». Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros. Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado, y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».