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MATEO 22:23-46

MATEO 22:23-46 Reina Valera 2020 (RV2020)

Aquel día se acercaron a él los saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: —Maestro, Moisés dijo: Si alguno muere sin hijos, su hermano se casará con su mujer y dará descendencia a su hermano . Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos: el primero se casó y como murió sin descendencia dejó su mujer a su hermano. De la misma manera el segundo, el tercero y así hasta el séptimo. Después de morir todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos estuvieron casados con ella? Respondió Jesús: —Estáis muy equivocados, porque ni conocéis las Escrituras ni tenéis idea del poder de Dios. En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que todos serán como los ángeles de Dios en el cielo. Y respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os dijo Dios?: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob . Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Al oír esto, la gente se admiraba de su enseñanza. Cuando los fariseos oyeron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron alrededor de él. Y uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerlo a prueba le preguntó: —Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le respondió: — Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo . De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas. Estando reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: —¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: —De David. Él les preguntó de nuevo: —¿Cómo, pues, David inspirado por el Espíritu lo llama Señor cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies ? Pues si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser el Cristo su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día.

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MATEO 22:23-46 La Palabra (versión española) (BLP)

Aquel mismo día se acercaron a Jesús unos saduceos que, al no creer en la resurrección, le hicieron esta pregunta: —Maestro, Moisés mandó: Si un hombre casado muere sin haber tenido hijos, su hermano deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien, entre nosotros hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos, que estaba casado, murió sin haber tenido descendencia, por lo cual su viuda se casó con el hermano siguiente. Pero lo mismo le sucedió al segundo, y luego al tercero, y así hasta el séptimo. La última en morir fue la mujer. Así pues, en la resurrección, ¿de cuál de los siete hermanos será esposa, si todos estuvieron casados con ella? Jesús les contestó: —Estáis muy equivocados, porque ni conocéis las Escrituras ni tenéis idea del poder de Dios. En la resurrección ya no habrá matrimonios, sino que todos serán como los ángeles que están en el cielo. En cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído que Dios os dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos. Escuchando a Jesús, la gente se quedaba admirada de su enseñanza. Cuando los fariseos oyeron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en torno a él y uno de ellos, doctor en la ley, le preguntó con intención de tenderle una trampa: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le contestó: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia. Este es el primer mandamiento y el más importante. Pero hay un segundo mandamiento que es parecido a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la ley de Moisés y la enseñanza de los profetas. Jesús abordó a los fariseos cuando se hallaban reunidos, y les preguntó: —¿Qué pensáis vosotros acerca del Mesías? ¿De quién es hijo? Le contestaron: —De David. Jesús les replicó: —Entonces, ¿cómo es que David, inspirado por el Espíritu, lo llama Señor, cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que yo ponga a tus enemigos debajo de tus pies»? Pues si David lo llama Señor, ¿cómo puede el Mesías ser hijo suyo? A esto nadie supo qué contestar. A partir de aquel día, ninguno se atrevió ya a plantearle más preguntas.

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MATEO 22:23-46 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Aquel mismo día acudieron algunos saduceos a ver a Jesús. Los saduceos niegan la resurrección de los muertos, y por eso le plantearon este caso: –Maestro, Moisés dijo que si uno muere sin dejar hijos, su hermano deberá tomar por esposa a la viuda para dar hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez entre nosotros siete hermanos. El primero se casó, pero murió sin haber tenido hijos, así que su segundo hermano se casó con la viuda. Lo mismo le pasó al segundo, y también al tercero, y así hasta el séptimo. Después de todos ellos murió también la mujer. Ahora pues, en la resurrección, ¿cuál de los siete hermanos la tendrá por esposa, si todos estuvieron casados con ella? Jesús les contestó: –Os equivocáis porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando los muertos resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído que Dios mismo dijo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob’? ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos! Al oir esto, la gente se quedó admirada de las enseñanzas de Jesús. Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de aquellos, maestro de la ley, para tenderle una trampa le preguntó: –Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le dijo: –‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas. Estando todavía reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: –¿Qué pensáis del Mesías? ¿De quién desciende? –De David –le contestaron. Entonces les dijo Jesús: –¿Pues cómo es que David, inspirado por el Espíritu, le llama Señor? Porque David dijo: ‘El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que yo ponga a tus enemigos debajo de tus pies.’ ¿Cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo le llama Señor? Nadie pudo responderle ni una palabra, y desde aquel día ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.

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MATEO 22:23-46 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Ese mismo día los saduceos, que decían que no hay resurrección, se le acercaron y le plantearon un problema: ―Maestro, Moisés nos enseñó que, si un hombre muere sin tener hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió y, como no tuvo hijos, dejó la esposa a su hermano. Lo mismo les pasó al segundo y al tercer hermano, y así hasta llegar al séptimo. Por último, murió la mujer. Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será esposa esta mujer, ya que todos estuvieron casados con ella? Jesús les contestó: ―Andáis equivocados porque desconocéis las Escrituras y el poder de Dios. En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Pero, en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Al oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza. Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta: ―Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. Mientras estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: ―¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo? ―De David —le respondieron ellos. ―Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma: »“Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’ ”. Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?» Nadie pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.

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