MATEO 20:24-34
MATEO 20:24-34 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. Entonces Jesús los llamó y les dijo: —Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que quiera ser el primero entre vosotros se hará vuestro siervo. Así, de la misma manera que el Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Al salir de Jericó, los seguía una gran multitud. Dos ciegos estaban sentados junto al camino y cuando oyeron que pasaba Jesús le suplicaron diciendo: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! La gente los reprendía para que callaran, pero ellos clamaban más: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: —¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: —Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Jesús, compadecido, les tocó los ojos y al instante recibieron la vista, y le siguieron.
MATEO 20:24-34 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se sintieron muy molestos con los dos hermanos. Pero Jesús los reunió y les dijo: —Como muy bien sabéis, los que gobiernan las naciones las someten a su dominio, y los poderosos las rigen despóticamente. Pero entre vosotros no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos. Cuando salían de Jericó, una multitud acompañaba a Jesús. En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba por allí, se pusieron a gritar: —¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban cada vez más: —¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! Entonces Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: —¿Qué queréis que haga por vosotros? Los ciegos le contestaron: —Señor, que podamos ver. Jesús, conmovido, les tocó los ojos, y al punto los ciegos recobraron la vista y se fueron tras él.
MATEO 20:24-34 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando los otros diez discípulos oyeron todo esto, se enojaron con los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: –Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos. Cuando salían de Jericó, mucha gente seguía a Jesús. Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oir que pasaba Jesús, se pusieron a gritar: –¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! La gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más: –¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó: –¿Qué queréis que haga por vosotros? Le contestaron: –Señor, que recobremos la vista. Jesús tuvo compasión de ellos y les tocó los ojos. En el mismo momento, los ciegos recobraron la vista, y siguieron a Jesús.
MATEO 20:24-34 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Jesús los llamó y les dijo: ―Como sabéis, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre vosotros deberá ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Una gran multitud seguía a Jesús cuando él salía de Jericó con sus discípulos. Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que pasaba Jesús, gritaron: ―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! La multitud los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban con más fuerza: ―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros! Jesús se detuvo y los llamó. ―¿Qué queréis que haga por vosotros? ―Señor, queremos recibir la vista. Jesús se compadeció de ellos y les tocó los ojos. Al instante recobraron la vista y lo siguieron.