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MATEO 16:5-20

MATEO 16:5-20 La Palabra (versión española) (BLP)

Cuando los discípulos llegaron a la otra orilla del lago, se dieron cuenta de que habían olvidado llevar pan. Jesús les advirtió: —Mirad, tened cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos. Los discípulos comentaban entre ellos: «Esto lo dice porque no hemos traído pan». Pero Jesús, dándose cuenta de ello, les dijo: —¿Por qué estáis comentando entre vosotros que os falta pan? ¡Lo que os falta es fe! ¿Aún no sois capaces de entender? ¿Ya no recordáis los cinco panes repartidos entre los cinco mil hombres y cuántos cestos recogisteis? ¿Ni los siete panes repartidos entre los cuatro mil y cuántas espuertas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que yo no me refería al pan cuando os decía: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos»? Entonces los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús no les prevenía contra la levadura del pan, sino contra las enseñanzas de los fariseos y de los saduceos. Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: —Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún otro profeta. Jesús les preguntó: —Y vosotros, ¿quién decís que soy? Entonces Simón Pedro declaró: —¡Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo! Jesús le contestó: —¡Feliz tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún mortal te ha revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos! Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi Iglesia, y el poder del abismo no la vencerá. Yo te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Entonces Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

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MATEO 16:5-20 Reina Valera 2020 (RV2020)

Los discípulos llegaron al otro lado del lago, pero se habían olvidado de llevar pan. Jesús les dijo: —Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos discutían entre sí y decían: —Dice esto porque no hemos traído pan. Jesús se dio cuenta y les preguntó: —Hombres de poca fe, ¿por qué seguís discutiendo lo de no tener pan? ¿Aún no sois capaces de entender? ¿Ya no recordáis los cinco panes repartidos entre los cinco mil hombres y cuántos cestos recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo no entendéis que no fue por el pan por lo que os dije que os guardéis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces comprendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos. Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron: —Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. Él les preguntó: —Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Dijo Simón Pedro: —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: —Dichoso eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no tendrán poder para vencerla. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús el Cristo.

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MATEO 16:5-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Cuando los discípulos pasaron a la otra orilla del lago, se olvidaron de llevar pan. Jesús les dijo: –Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y los saduceos. Los discípulos comentaban entre ellos: –¡No hemos traído pan! Jesús se dio cuenta y les dijo: –¿Por qué decís que no tenéis pan? ¡Qué poca fe tenéis! ¿Todavía no comprendéis? ¿No recordáis ya los cinco panes que repartí entre los cinco mil hombres, y cuántas canastas recogisteis? ¿Ni los siete panes que repartí entre los cuatro mil, y cuántos cestos recogisteis? ¿Cómo no comprendéis que yo no estaba hablando del pan? ¡Guardaos de la levadura de los fariseos y los saduceos! Entonces comprendieron que Jesús no les había dicho que se guardaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y los saduceos. Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos: –¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: –Unos dicen que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún profeta. –Y vosotros, ¿quién decís que soy? –les preguntó. Simón Pedro le respondió: –Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dijo: –Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia; y el poder de la muerte no la vencerá. Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo. Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

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MATEO 16:5-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Cruzaron el lago, pero a los discípulos se les había olvidado llevar pan. ―Tened cuidado —les advirtió Jesús—; evitad la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan». Al darse cuenta de esto, Jesús les recriminó: ―Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando acerca de que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis? ¿No recordáis los cinco panes para los cinco mil, y el número de canastas que recogisteis? ¿Ni los siete panes para los cuatro mil, y el número de cestas que recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no hablaba del pan, sino de tener cuidado de la levadura de fariseos y saduceos? Entonces comprendieron que no les decía que se cuidaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos. Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ―¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: ―Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que Jeremías o uno de los profetas. ―Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? ―Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro. ―Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Entonces les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.

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