MATEO 14:13-36
MATEO 14:13-36 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando Jesús se enteró de lo sucedido, subió a una barca y se retiró de allí él solo a un lugar solitario. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos y lo siguió a pie por la orilla. Al desembarcar Jesús y ver toda aquella multitud, se compadeció de ellos y curó a los enfermos. La tarde comenzaba a caer y los discípulos se acercaron a él para decirle: —La hora ya es avanzada y este es un lugar despoblado. Despide a la gente para que vaya a las aldeas a comprarse comida. Jesús les contestó: —No tienen por qué irse. Dadles de comer vosotros mismos. Ellos replicaron: —Aquí solo tenemos cinco panes y dos peces. Dijo Jesús: —Traédmelos. Mandó Jesús que la gente se recostara sobre la hierba; luego tomó los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a sus discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos, y todavía se recogieron doce cestos llenos de trozos sobrantes de pan. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres ni los niños. A continuación Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca para que llegaran antes que él a la otra orilla del lago, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte para orar a solas. Y todavía seguía allí él solo al llegar la noche. Entre tanto, la barca ya estaba muy lejos de tierra y las olas la azotaban con violencia, pues el viento les era contrario. En las últimas horas de la noche, Jesús se dirigió a ellos andando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el lago, se asustaron creyendo que era un fantasma y llenos de miedo se pusieron a gritar. Pero enseguida Jesús se dirigió a ellos diciendo: —Tranquilizaos, soy yo. No tengáis miedo. Pedro contestó: —Señor, si eres tú, manda que yo vaya hasta ti caminando sobre el agua. Jesús le dijo: —Ven. Pedro saltó de la barca y echó a andar sobre el agua para ir hacia Jesús. Pero al sentir la violencia del viento, se asustó y, como vio que comenzaba a hundirse, gritó: —¡Señor, sálvame! Jesús, tendiéndole enseguida la mano, lo sujetó y le dijo: —¡Qué débil es tu fe! ¿Por qué has dudado? Luego subieron a la barca y el viento cesó. Y los que estaban a bordo se postraron ante Jesús, exclamando: —¡Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios! Cruzaron el lago y tocaron tierra en Genesaret. En cuanto los habitantes del lugar reconocieron a Jesús, divulgaron la noticia por toda la región; así que le trajeron toda clase de enfermos, y le suplicaban que les permitiera tocar aunque solo fuera el borde de su manto. Y cuantos lo tocaban recuperaban la salud.
MATEO 14:13-36 Reina Valera 2020 (RV2020)
Al oírlo Jesús, partió de allí, él solo, en una barca hacia un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió a pie desde las ciudades. Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos y le dijeron: —La hora ya es avanzada y este es un lugar desierto. Despide a la multitud para que vayan por las aldeas y compren algo de comer. Jesús les dijo: —No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Ellos respondieron: —No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él replicó: —Traédmelos aquí. Mandó a la gente recostarse sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, bendijo y partió y dio los panes a los discípulos y los discípulos a la multitud. Comieron todos y se saciaron. Recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. En seguida Jesús ordenó a sus discípulos que subieran a la barca y fueran delante de él a la otra orilla mientras él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte. Llegó la noche y estaba allí solo. La barca con los discípulos se hallaba en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. Pero ya cerca del amanecer, Jesús fue hacia ellos andando sobre el mar. Los discípulos, al verlo andar sobre las aguas, se espantaron y dijeron: —¡Un fantasma! Y gritaron de miedo. Pero en seguida Jesús les habló: —¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis. Entonces le respondió Pedro: —Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: —Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Subieron los dos a la barca y se calmó el viento. Entonces los que estaban en ella se acercaron y lo adoraron diciendo: —Verdaderamente eres Hijo de Dios. Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Cuando lo reconocieron las gentes de aquel lugar, difundieron la noticia por toda la región. Entonces trajeron ante él a todos los enfermos y le rogaban que les dejase solamente tocar el borde de su manto. Todos los que lo tocaron quedaron sanos.
MATEO 14:13-36 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando Jesús recibió aquella noticia, se fue de allí, él solo, en una barca, a un lugar apartado. Pero la gente, al saberlo, salió de los pueblos para seguirle por tierra. Al bajar Jesús de la barca, viendo a la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Como se hacía de noche, los discípulos se acercaron a él y le dijeron: –Ya es tarde y este es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida. Jesús les contestó: –No es necesario que vayan. Dadles vosotros de comer. Respondieron: –No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. Jesús les dijo: –Traédmelos. Mandó entonces a la multitud que se recostara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos peces y, mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes, se los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Después de esto, Jesús hizo subir a sus discípulos a la barca, para que llegasen antes que él a la otra orilla del lago, mientras él despedía a la gente. Cuando ya la hubo despedido, subió Jesús al monte para orar a solas, y al llegar la noche aún seguía allí él solo. Entre tanto, la barca se había alejado mucho de tierra firme y era azotada por las olas, porque tenía el viento en contra. De madrugada, Jesús fue hacia ellos andando sobre el agua. Los discípulos, al verle andar sobre el agua, se asustaron y gritaron llenos de miedo: –¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles: –¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le respondió: –Señor, si eres tú, mándame ir a ti andando sobre el agua. –Ven –dijo Jesús. Bajó Pedro de la barca y comenzó a andar sobre el agua en dirección a Jesús, pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, gritó: –¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús le tomó de la mano y le dijo: –¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús y dijeron: –¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios! Atravesaron el lago y llegaron a tierra, en Genesaret. La gente del lugar reconoció a Jesús, y la noticia se extendió por toda aquella región. Le llevaban los enfermos y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su capa. Y todos los que la tocaban quedaban sanados.
MATEO 14:13-36 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando Jesús recibió la noticia, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. Las multitudes se enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados. Cuando Jesús desembarcó y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Al atardecer se le acercaron sus discípulos y le dijeron: ―Este es un lugar apartado y ya se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren algo de comer. ―No tienen que irse —contestó Jesús—. Dadles vosotros mismos de comer. Ellos objetaron: ―No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados. ―Traédmelos —les dijo Jesús. Y mandó a la gente que se sentara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos, quienes los repartieron a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo, y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario. En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. ―¡Es un fantasma! —gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: ―¡Calmaos! Soy yo. No tengáis miedo. ―Señor, si eres tú —respondió Pedro—, manda que vaya a ti sobre el agua. ―Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ―¡Señor, sálvame! En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: ―¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: ―Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret. Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos, suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.