MALAQUÍAS 1:11-13
MALAQUÍAS 1:11-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia. Grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos, pero vosotros lo profanáis cuando decís: «Inmunda es la mesa del Señor», y cuando decís que su alimento es despreciable. Además, habéis dicho: «¡Qué fastidio es esto!», y me despreciáis, dice el Señor de los ejércitos. Trajisteis lo robado, o cojo, o enfermo, y me lo presentasteis como ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestras manos?, dice el Señor.
MALAQUÍAS 1:11-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Porque, desde el levante hasta el poniente, se reconoce la grandeza de mi nombre en todas las naciones, y en todo lugar se me ofrece incienso y una ofrenda pura. Ciertamente se reconoce la grandeza de mi nombre en todas las naciones —dice el Señor del universo—, pero vosotros lo profanáis cuando decís: «La mesa del Señor está contaminada y su comida es despreciable». Exclamáis: «¡Qué hastío!», y lo despreciáis —dice el Señor del universo—. Me traéis animales robados, lisiados y enfermos, y los presentáis como ofrenda: ¿puedo yo agradarme en ella?, dice el Señor.
MALAQUÍAS 1:11-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Porque, desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones. En todo lugar se ofrece incienso y ofrendas puras a mi nombre, porque grande es mi nombre entre las naciones —dice el SEÑOR Todopoderoso—. Pero vosotros lo profanáis cuando decís que la mesa del Señor está mancillada y que su alimento es despreciable. Y exclamáis: “¡Qué hastío!” Y me tratáis con desdén —dice el SEÑOR Todopoderoso—. ¿Y creéis que voy a aceptar de vuestras manos los animales lesionados, cojos o enfermos que me traéis como sacrificio? —dice el SEÑOR—.
MALAQUÍAS 1:11-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En todas las naciones del mundo se me honra; en todas partes queman incienso en mi honor y me hacen ofrendas dignas. En cambio, vosotros me ofendéis, porque pensáis que mi altar, que es mi mesa, puede ser despreciado, y que es despreciable la comida que hay en él. Decís: ‘¡Ya estamos cansados de todo esto!’, y me despreciáis. Y todavía suponéis que voy a alegrarme cuando venís a ofrecerme un animal robado o una res coja o enferma.