LUCAS 9:37-45
LUCAS 9:37-45 Reina Valera 2020 (RV2020)
Al día siguiente, cuando bajaron del monte, mucha gente salió al encuentro de Jesús. De entre la multitud un hombre clamó diciendo: —Maestro, te ruego que veas a mi hijo. Es el único que tengo. Un espíritu se apodera de él: de repente da voces, sufre convulsiones y echa espuma por la boca, y una vez que lo ha destrozado, a duras penas lo deja tranquilo. Rogué a tus discípulos que lo expulsasen, pero no pudieron. Respondió Jesús: —¡Oh, generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros y os he de soportar? Trae acá a tu hijo. Cuando el muchacho iba acercándose, el demonio le derribó y le producía convulsiones, pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. Todos se admiraban ante la grandeza de Dios. Mientras todos seguían admirados por lo que Jesús había hecho, dijo a sus discípulos: —Escuchadme bien y no olvidéis esto: el Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que les dijo porque tenían nublado su entendimiento y, además, tampoco se atrevían a pedirle que se lo aclarase.
LUCAS 9:37-45 La Palabra (versión española) (BLP)
Al día siguiente, cuando bajaron del monte, mucha gente salió al encuentro de Jesús. De pronto, un hombre de entre la gente gritó: —¡Maestro, por favor, mira a mi hijo, que es el único que tengo! Un espíritu maligno se apodera de él y de repente comienza a gritar; luego lo zarandea con violencia, haciéndole echar espuma por la boca y, una vez que lo ha destrozado, a duras penas se aparta de él. He rogado a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido. Jesús exclamó: —¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar con vosotros y soportaros? Trae aquí a tu hijo. Cuando el muchacho se acercaba a Jesús, el demonio lo derribó al suelo y le hizo retorcerse. Jesús, entonces, increpó al espíritu impuro, curó al muchacho y lo devolvió a su padre. Y todos se quedaron atónitos al comprobar la grandeza de Dios. Mientras todos seguían admirados por lo que Jesús había hecho, él dijo a sus discípulos: —Escuchadme bien y no olvidéis esto: el Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no comprendieron lo que les decía; todo les resultaba enigmático de modo que no lo entendían. Y tampoco se atrevían a pedirle una explicación.
LUCAS 9:37-45 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. En esto, un hombre de en medio de la gente gritó con voz fuerte: –¡Maestro, por favor, mira a mi hijo, el único que tengo! Un espíritu se apodera de él, y de repente le hace gritar, retorcerse violentamente y echar espuma por la boca. Lo está destrozando, porque apenas se separa de él. He rogado a tus discípulos que expulsen ese espíritu, pero no han podido. Jesús contestó: –¡Oh gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y soportaros? Trae aquí a tu hijo. Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo arrojó al suelo y le hizo retorcerse con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho y lo devolvió a su padre. Todos se quedaron admirados de la grandeza de Dios. Mientras todos seguían asombrados por lo que Jesús había hecho, dijo él a sus discípulos: –Oíd bien esto y no lo olvidéis: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían estas palabras, pues Dios no les había permitido entenderlo. Además tenían miedo de pedirle a Jesús que se las explicase.
LUCAS 9:37-45 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le salió al encuentro mucha gente. Y un hombre de entre la multitud exclamó: ―Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, pues es el único que tengo. Resulta que un espíritu se posesiona de él, y de repente el muchacho se pone a gritar; también lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo atormenta, a duras penas lo suelta. He rogado a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron. ―¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y soportaros? Trae acá a tu hijo. Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre. Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: ―Prestad mucha atención a lo que os voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.