LUCAS 7:11-15
LUCAS 7:11-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús fue después a una ciudad llamada Naín. Iban con él muchos de sus discípulos y una gran multitud. Cuando llegó cerca de la puerta de entrada a la ciudad, vio que llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, a quien acompañaba mucha gente. El Señor al verla se sintió profundamente conmovido y le dijo: —No llores. Se acercó y tocó el féretro. Quienes lo llevaban se detuvieron y dijo Jesús: —Joven, a ti te digo, levántate. El muerto se incorporó y comenzó a hablar y Jesús se lo entregó a su madre.
LUCAS 7:11-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Algún tiempo después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de otra mucha gente, se dirigió a un pueblo llamado Naín. Cerca ya de la entrada del pueblo, una nutrida comitiva fúnebre del mismo pueblo llevaba a enterrar al hijo único de una madre que era viuda. El Señor, al verla, se sintió profundamente conmovido y le dijo: —No llores. Y acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús exclamó: —¡Muchacho, te ordeno que te levantes! El muerto se levantó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
LUCAS 7:11-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Después de esto se dirigió Jesús a un pueblo llamado Naín. Iba acompañado de sus discípulos y de mucha otra gente. Al acercarse al pueblo vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda. Mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: –No llores. En seguida se acercó y tocó la camilla, y los que la llevaban se detuvieron. Jesús dijo al muerto: –Muchacho, a ti te digo, ¡levántate! Entonces el muerto se sentó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a la madre.
LUCAS 7:11-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Poco después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud, se dirigió a un pueblo llamado Naín. Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto, hijo único de madre viuda. La acompañaba un grupo grande de la población. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: ―No llores. Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron, y Jesús dijo: ―Joven, ¡te ordeno que te levantes! El muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.