LUCAS 18:31-43
LUCAS 18:31-43 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús tomó aparte a los doce y les dijo: —Mirad: subimos a Jerusalén y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre: será entregado a los gentiles, se burlarán de él, le insultarán, le escupirán y le matarán después de haberle azotado, pero al tercer día resucitará. Pero ellos no comprendieron estas cosas. Sus palabras les resultaban ininteligibles. Iba Jesús llegando a Jericó y junto al camino se encontraba un hombre ciego, sentado, pidiendo limosna. Como oía que pasaba una multitud, el ciego preguntó qué sucedía, y cuando le dijeron que Jesús Nazareno estaba pasando por allí, comenzó a gritar: —¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Los que iban delante le mandaban que callara, pero el ciego gritaba aún más fuerte: —¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús entonces se detuvo y mandó que se le acercaran. Cuando llegó, le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti? Y él respondió: —Señor, que vea. Jesús le dijo: —Recibe la vista. Tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y comenzó a seguir a Jesús, glorificando a Dios. Habiendo visto esto, todo el pueblo alabó a Dios.
LUCAS 18:31-43 La Palabra (versión española) (BLP)
Jesús, tomando aparte a los Doce, les dijo: —Ya veis que estamos subiendo a Jerusalén, donde ha de cumplirse todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre. Allí será entregado en manos de extranjeros que se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán, lo golpearán y le darán muerte. Pero al tercer día resucitará. Los apóstoles no comprendían nada. No podían entender lo que Jesús les decía, porque el sentido de sus palabras era un misterio para ellos. Jesús iba acercándose a Jericó. Y un ciego que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna, al oír el alboroto de la gente que pasaba, preguntó qué era aquello. Le contestaron: —Es que está pasando por aquí Jesús de Nazaret. Entonces el ciego se puso a gritar: —¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le mandaban que callara, pero él gritaba cada vez más: —¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús, entonces, se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando ya lo tenía cerca, le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego contestó: —Señor, que vuelva a ver. Jesús le dijo: —Recobra la vista. Tu fe te ha sanado. En el mismo instante, el ciego recobró la vista y, dando gloria a Dios, se unió a los que seguían a Jesús. Y todo el pueblo que presenció lo sucedido alabó también a Dios.
LUCAS 18:31-43 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Jesús llamó aparte a los doce discípulos y les dijo: “Ahora vamos a Jerusalén, donde se ha de cumplir todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del hombre. Pues lo entregarán a los extranjeros, se burlarán de él, lo insultarán y le escupirán. Le golpearán y lo matarán; pero al tercer día resucitará.” Ellos no entendieron nada de esto ni sabían de qué les hablaba, pues eran cosas que no podían comprender. Se encontraba Jesús ya cerca de Jericó. Un ciego que estaba sentado junto al camino, pidiendo limosna, al oir que pasaba mucha gente preguntó qué sucedía. Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí, y él gritó: –¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía más: –¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca le preguntó: –¿Qué quieres que haga por ti? El ciego contestó: –Señor, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: –¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado. En aquel mismo momento recobró el ciego la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto alababa también a Dios.
LUCAS 18:31-43 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Entonces Jesús tomó aparte a los doce y les dijo: «Ahora vamos rumbo a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre. En efecto, será entregado a los gentiles. Se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán; y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará». Los discípulos no entendieron nada de esto. Les era incomprensible, pues no captaban el sentido de lo que les hablaba. Sucedió que al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna. Cuando oyó a la multitud que pasaba, preguntó qué sucedía. ―Jesús de Nazaret está pasando por aquí —le respondieron. ―¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! —gritó el ciego. Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más fuerte: ―¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando el ciego se acercó, le preguntó Jesús: ―¿Qué quieres que haga por ti? ―Señor, quiero ver. ―¡Recibe la vista! —le dijo Jesús—. Tu fe te ha sanado. Al instante recobró la vista. Entonces, glorificando a Dios, comenzó a seguir a Jesús, y todos los que lo vieron daban alabanza a Dios.