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LUCAS 17:5-19

LUCAS 17:5-19 La Palabra (versión española) (BLP)

Los apóstoles dijeron al Señor: —Aumenta nuestra fe. El Señor les contestó: —Si tuvierais fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le diríais a esta morera: «Quítate de ahí y plántate en el mar», y os obedecería. Si alguno de vosotros tiene un criado que está arando la tierra o cuidando el ganado, ¿acaso le dice cuando regresa del campo: «Ven acá, siéntate ahora mismo a cenar»? ¿No le dirá, más bien: «Prepárame la cena y encárgate de servirme mientras como y bebo, y después podrás comer tú»? Y tampoco tiene por qué darle las gracias al criado por haber hecho lo que se le había ordenado. Pues así, también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que Dios os ha mandado, decid: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer». En su camino hacia Jerusalén, Jesús transitaba entre Samaría y Galilea. Al llegar a cierta aldea, le salieron al encuentro diez leprosos que, desde lejos, comenzaron a gritar: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Jesús, al verlos, les dijo: —Id a presentaros a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban a presentarse, quedaron limpios de su lepra. Uno de ellos, al verse curado, regresó alabando a Dios a grandes voces. Y, postrado rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba las gracias. Se trataba de un samaritano. Jesús preguntó entonces: —¿No fueron diez los que quedaron limpios? Pues ¿dónde están los otros nueve? ¿Solo este extranjero ha vuelto para alabar a Dios? Y le dijo: —Levántate y vete. Tu fe te ha sanado.

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LUCAS 17:5-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces los apóstoles le dijeron al Señor: ―¡Aumenta nuestra fe! ―Si tuvierais una fe tan pequeña como un grano de mostaza —les respondió el Señor—, podríais decirle a este árbol: “Desarráigate y plántate en el mar”, y os obedecería. »Supongamos que uno de vosotros tiene un siervo que ha estado arando el campo o cuidando las ovejas. Cuando el siervo regresa del campo, ¿acaso se le dice: “Ven en seguida a sentarte a la mesa”? ¿No se le dirá más bien: “Prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después podrás cenar tú”? ¿Acaso se le darán las gracias al siervo por haber hecho lo que se le mandó? Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, debéis decir: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”». Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, gritaron: ―¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: ―Id a presentaros a los sacerdotes. Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, a pesar de ser samaritano. ―¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? Levántate y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.

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LUCAS 17:5-19 Reina Valera 2020 (RV2020)

Los apóstoles dijeron al Señor: —Auméntanos la fe. El Señor dijo: —Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro «Desarráigate y plántate en el mar», y os obedecería. ¿Quién de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta ganado y cuando vuelve del campo le dice: «Pasa, siéntate a la mesa»? ¿No le dice más bien: «Prepárame la cena y disponte adecuadamente para servirme hasta que haya terminado de comer y beber y después come y bebe tú»? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: «Somos siervos inútiles porque no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber». Y aconteció que yendo Jesús a Jerusalén pasaba entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se quedaron a cierta distancia de él, y comenzaron a gritar: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: —Id y presentaos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban a presentarse quedaron limpios de lepra. Uno de ellos, al verse curado, volvió alabando a Dios a grandes voces y, postrado su rostro a los pies de Jesús, le dio las gracias. Era samaritano. Jesús le preguntó: —¿No son diez los que han quedado limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Sólo este extranjero ha vuelto para alabar a Dios? Y le dijo: —Levántate y vete. Tu fe te ha salvado.

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LUCAS 17:5-19 La Palabra (versión española) (BLP)

Los apóstoles dijeron al Señor: —Aumenta nuestra fe. El Señor les contestó: —Si tuvierais fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le diríais a esta morera: «Quítate de ahí y plántate en el mar», y os obedecería. Si alguno de vosotros tiene un criado que está arando la tierra o cuidando el ganado, ¿acaso le dice cuando regresa del campo: «Ven acá, siéntate ahora mismo a cenar»? ¿No le dirá, más bien: «Prepárame la cena y encárgate de servirme mientras como y bebo, y después podrás comer tú»? Y tampoco tiene por qué darle las gracias al criado por haber hecho lo que se le había ordenado. Pues así, también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que Dios os ha mandado, decid: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer». En su camino hacia Jerusalén, Jesús transitaba entre Samaría y Galilea. Al llegar a cierta aldea, le salieron al encuentro diez leprosos que, desde lejos, comenzaron a gritar: —¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Jesús, al verlos, les dijo: —Id a presentaros a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban a presentarse, quedaron limpios de su lepra. Uno de ellos, al verse curado, regresó alabando a Dios a grandes voces. Y, postrado rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba las gracias. Se trataba de un samaritano. Jesús preguntó entonces: —¿No fueron diez los que quedaron limpios? Pues ¿dónde están los otros nueve? ¿Solo este extranjero ha vuelto para alabar a Dios? Y le dijo: —Levántate y vete. Tu fe te ha sanado.

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LUCAS 17:5-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Los apóstoles pidieron al Señor: –Danos más fe. El Señor les contestó: –Si tuvierais fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podríais decirle a esta morera: ‘Desarráigate de aquí y plántate en el mar’, y el árbol os obedecería. “Si uno de vosotros tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: ‘Pasa y siéntate a comer’? No, sino que le dice: ‘Prepárame la cena y estáte atento a servirme mientras como y bebo. Después podrás tú comer y beber.’ Y tampoco da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. Igualmente vosotros, cuando ya hayáis hecho todo lo que Dios os manda deberéis decir: ‘Somos servidores inútiles; no hicimos más que cumplir con nuestra obligación.’ ” En su camino a Jerusalén, pasó Jesús entre las regiones de Samaria y Galilea. Al llegar a cierta aldea le salieron al encuentro diez hombres enfermos de lepra, que desde lejos gritaban: –¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, Jesús les dijo: –Id a presentaros a los sacerdotes. Mientras iban, quedaron limpios de su enfermedad. Uno de ellos, al verse sanado, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se inclinó hasta el suelo ante Jesús para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo: –¿Acaso no son diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios? Y dijo al hombre: –Levántate y vete. Por tu fe has sido sanado.

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LUCAS 17:5-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces los apóstoles le dijeron al Señor: ―¡Aumenta nuestra fe! ―Si tuvierais una fe tan pequeña como un grano de mostaza —les respondió el Señor—, podríais decirle a este árbol: “Desarráigate y plántate en el mar”, y os obedecería. »Supongamos que uno de vosotros tiene un siervo que ha estado arando el campo o cuidando las ovejas. Cuando el siervo regresa del campo, ¿acaso se le dice: “Ven en seguida a sentarte a la mesa”? ¿No se le dirá más bien: “Prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después podrás cenar tú”? ¿Acaso se le darán las gracias al siervo por haber hecho lo que se le mandó? Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, debéis decir: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”». Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres enfermos de lepra. Como se habían quedado a cierta distancia, gritaron: ―¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: ―Id a presentaros a los sacerdotes. Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, a pesar de ser samaritano. ―¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? Levántate y vete —le dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.

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